sábado, 21 de noviembre de 2015

Los obispos piden que no se demonice el Islam y no asociar refugiados y terroristas

Madrid,20/11/2015,elmundo.es,JOSÉ MANUEL VIDAL


José María Gil Tamayo. EFE

Exaltan la 'fe sincera' de millones de musulmanes

Que se imponga la justicia, pero sobre todo la paz". Ésta frase, pronunciada por el portavoz del episcopado, José María Gil Tamayo, resume la opinión de la jerarquía de la Iglesia católica española ante los atentados de París y de Mali. Un difícil equilibrio entre la búsqueda de la paz, respetando la justicia, que se plasma con los refugiados, cuyo caso "no se puede asociar con los terroristas", y con los musulmanes en general, cuya "fe sincera no se puede cuestionar"La condena de los atentados de París y de Mali es tajante. Porque "no se puede recurrir a la violencia, cuando es sufrida por inocentes" y, porque "utilizar el nombre de Dios para imponer las propias ideas e una perversión del hecho religioso", explica Gil Tamayo. 

Eso es, precisamente lo que hace el Estado Islámico y, para poder pararlo, el secretario del episcopado no quiso pronunciarse sobre una eventual participación española en una intervención militar en Siria. Eso sí, abogó por la búsqueda constante de la paz, pero sin olvidar otros principios, ya consagrados en el derecho internacional, como "el de la injerencia humanitaria, el de defensa, el de la legalidad y el de la proporcionalidad". Pero no sin antes "haber agotado todos los medios pacíficos".Y, por supuesto, sin hipocresías y sin caer en el incoherencia de pedir la paz, sobre todo en Oriente Medio, y seguir vendiendo armas a los contendientes en los distintos conflictos. 

"No podemos invocar la paz y permitir la venta de armas de una forma masiva e indiscriminada", señaló Gil Tamayo.El portavoz episcopal añadió otras y puso en guardia antes otros eventuales peligros hacia los que se puede inclinar la opinión pública. El primer riesgo es el de que, ante esta plaga del terrorismo, "nos acostumbremos al sufrimiento de los inocentes".El segundo consiste en demonizar el Islam. "Todas las religiones y todos los creyentes verdaderos sirven siempre a la causa de la paz" y "el uso de la violencia no es conforme al verdadero sentido del hecho religioso". "No se puede matar en nombre de Dios". Y tras el principio general, la concreción. 

"No podemos generalizar ni cuestionar la fe sincera de millones de musulmanes", sentenció Tamayo. El tercer peligro al que nos pueden conducir los atentados estriba en la eventual identificación de refugiados con terroristas. "No se puede asociar a los refugiados con los delincuentes y con los terroristas", dice el portavoz. Más aún, el refugio es "un derecho humano". Y de hecho, según Gil Tamayo, la opinión pública europea "está reaccionando con solidaridad" ante la crisis de los refugiados sirios, sin olvidar el problema de "los inmigrantes económicos".

Les duele el caso de Vallejo BaldaEn clave de consumo interno, los obispos no publicarán un documento sobre las próximas elecciones generales, pero recuerdan a todos los partidos, especialmente a los más críticos con el mantenimiento de los Acuerdos Iglesia-Estado, que se trata de Acuerdos constitucionales y con "rango de ley orgánica". Derogarlos significaría que habría que modificar la Constitución.También subrayan los prelados españoles que "la Iglesia está muy a gusto con el sistema democrático", a cuya instauración contribuyó decisivamente, pero recuerdan que "la fe no se esconde y tiene repercusión social". Porque España "no es un Estado laico ni laicista" y porque "el hecho religioso forma parte de nuestra manera de entender la vida, la muerte, el amor, las fiestas y las costumbres". 

A nivel interno, la Iglesia española no se siente especialmente preocupada por las amenazas del Isis y, como cualquier otro colectivo, confía en los cuerpos de seguridad y va a secundar "lo que, a este respecto, digan las autoridades".En cambio, el portavoz de los obispos sí ha reconocido que a la Iglesia española "le duele" especialmente el caso del sacerdote Ángel Lucio Vallejo Balda, acusado de filtrar documentos reservados de la Santa Sede. "Nos duele que se haya traicionado la confianza del Santo Padre. Es un hecho doloroso por la filtración y por la deslealtad".

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