Miles de inmigrantes que hablan con acento latino o en rumano, bereber y chino son los nuevos vascos del siglo XXI
Un día cualquiera, camino de la estación del Topo de Easo, en el barrio donostiarra de Amara, se escuchan entremezclados cuatro idiomas diferentes. Dos hombres hablan en español con acento latino a escasos metros de una ikastola; una madre musulmana se dirige a su hija en tamazigh (bereber) no muy lejos de allí; una pareja de jóvenes discute acaloradamente en rumano junto a una panadería y un matrimonio entrado en años conversa en chino cogido del brazo. Pero esa diversidad no debe llamar a engaño. Quizá alguno de esos vecinos no sea realmente extranjero, sino un local que obtuvo el pasaporte español tras haberse afincado en Euskadi (durante al menos dos años si era latinoamericanos y durante diez, para el resto). Es una posibilidad real, porque entre 2003 -cuando las solicitudes de ciudadanía española por residencia empezaron a crecer- y 2014 se nacionalizaron 35.545 personas en el País Vasco, según el Ministerio de Empleo y Seguridad Social. Son nuevos vascos con plenos derechos, que pueden circular libremente por la Unión Europea y componen un mosaico de identidades, costumbres y lenguas visible en calles y barrios.
EL DATO
701 bolivianos recibieron el pasaporte español en Euskadi en 2014, así como 569 marroquíes y 547 colombianos. 66,1% es lo que representan los latinos sobre el conjunto de nacionalizaciones en Euskadi.
En números absolutos, los nacionalizados entre 2003 y 2014 equivalen al censo de una localidad media como Errenteria o Durango. El número es muy similar también al de niños que, en ese mismo periodo, nacieron en Euskadi de padre y/o madre extranjera (casi 35.000, según el Instituto Nacional de Estadística, cuyos datos sobre 2014 no son completos).
«La nacionalidad es un avance, pero sigues siendo inmigrante»
Ciertamente, si esas nacionalizaciones se comparan con las concedidas en el conjunto de España en el mismo periodo (1.113.522), no representan más que una gota de agua. Pero los dos escenarios, Euskadi y toda España, tienen elementos comunes. En ambos casos los nacionalizados desde 2003 ya equivalen a la cuarta parte del otro grupo de inmigrantes que están inscritos oficialmente como extranjeros, colectivo este último cifrado en 137.397 personas en Euskadi en 2015, según el Observatorio Vasco de la Inmigración (Ikuspegi); y en 4.718.864 en el cómputo estatal.
Además, en el País Vasco y en las demás comunidades autónomas, la mayoría de los nacionalizados son extracomunitarios de origen latinoamericano; y en menor medida, pero en un número importante, magrebíes. También los hay de más países, incluidos los de la UE, pero en esos casos se trata de una presencia residual. Así las cosas, el año pasado hubo tres colectivos nacionales que se destacaron con claridad sobre los demás: los bolivianos (701 nacionalizados), los marroquíes (569) y los colombianos (547).
Sociedad compleja
La preeminencia de latinos y magrebíes a la hora de pedir el pasaporte español se debe lógicamente a que son las comunidades foráneas más numerosas en Euskadi junto con los rumanos. Los marroquíes ocupan el primer lugar por nacionalidades (18.885 inscritos como extranjeros), y los rumanos son los segundos (17.053). Los países hispanoamericanos aparecen a gran distancia, pero globalmente suman 51.007 individuos, un número que se ha ido reduciendo en los últimos años precisamente porque se han puesto en marcha las nacionalizaciones.
Este proceso confirma que la inmigración hace años que ha madurado en Euskadi y obliga a abordar la integración de gentes muy diferentes en una sociedad que al mismo tiempo se moderniza y se hace más compleja. Y no es tarea sencilla porque jóvenes musulmanes como Redouan Bensbih -vecino de Barakaldo que murió combatiendo en Siria- han puesto en cuarentena los dos modelos sobre los que giraba el debate sobre qué hacer con la inmigración. Tanto el de Francia, asimilacionista, como el del Reino Unido, multiculturalista, están siendo cuestionados en sus respectivos países por el goteo de franceses y británicos renacidos o conversos al Islam que se marchan a luchar con el Estado Islámico. Individuos con estudios y cualificación profesional, socialmente integrados en muchos casos, que de la noche a la mañana abrazan una versión moderna del extremismo musulmán.
Pero la comunidad islámica no es la única pieza por encajar en el rompecabezas migratorio vasco. De las 3.955 ciudadanías españolas que se concedieron en la comunidad autónoma el pasado año, 2.614 correspondieron a inmigrantes procedentes de América central y del sur (66,1%). Son de largo la comunidad más numerosa y la que ha aportado y aportará más 'nuevos vascos' a través de las nacionalizaciones, que se conceden, además, a velocidad de crucero. En 2011 rozaron las 4.000 y en 2012 y 2013 se contabilizaron casi 5.000 y 9.000, respectivamente, si bien ese salto se debió a que el Gobierno central puso en marcha un plan para sacar adelante las solicitudes atrasadas. No obstante, en 2014 se acercaron de nuevo a las 4.000.
Paralelamente, el censo de residentes extranjeros no deja de reducirse. Tras alcanzar el pico de 151.894 en 2012, cayó a 148.877 en 2013, a 141.316 un año después, y se ha situado actualmente en 137.397. La concesión de ciudadanías españolas no es el único motivo de ese descenso. Influye al mismo tiempo la crisis, que ha ralentizado el flujo de nuevos inmigrantes y ha modificado los movimientos de los que llegaron durante la pasada década. No obstante, la negativa evolución demográfica de Euskadi -que pierde población- hará necesarios más trabajadores extranjeros en cuanto la economía muestre signos de repuntar. Entonces el ciclo de nuevos inmigrantes y de nacionalizaciones se volverá a activar.
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