lunes, 26 de enero de 2015

Emilio Galindo El padre blanco de Cúllar Vega

Granada,26.01.2015,granadahoy.com, José Luis Delgado


Luchó a contracorriente; publicó docenas de libros y para él todas las religiones eran respetables Fue el primero en creer en la alianza islamo-cristiana y fundó "la casa común" Darek-Nyumba

EL pasado agosto murió en una residencia de Santa Fe el Padre Blanco Emilio Galindo Aguilar; ojos azules, mirada serena, cullero de nacimiento pero ciudadano del mundo. El Ayuntamiento de Cúllar Vega ha prometido que su nombre no quedará en el olvido dedicándole algún digno espacio público que honre su memoria.

Pero ¿quién es Emilio Galindo? 'El Padre Blanco', le dicen en Cúllar donde lo recuerdan bien y en donde lo han visto participar en la popular Procesión del Petardo que el pueblo celebra el Domingo de Resurrección y a cuya nube de humo blanco se sumaba el cullero padre blanco.

Pero más allá de anécdotas domésticas hay que resaltar la condición de ciudadano abierto, religioso respetuoso que no entiende a Santiago apóstol matando moros, ni la animadversión que religiosos de acá puedan sentir contra religiosos de allá, cuando todos los caminos de la buena fe se unen en un Dios común, lean la Biblia o el Corán, sean del este o del oeste. Lo divino no es monopolio del Cristianismo.


El Padre Galindo era Misionero de África y dedicó su vida a buscar el cordial entendimiento entre religiones y, sobre todo, entre personas, crean en lo que crean. Estaba convencido de que era el diálogo continuo y el respeto mutuo entre musulmanes y cristianos el que llevaría al único estado de convivencia pacífica posible.

Una persona que nace en Granada, estudia en Córdoba, hace su noviciado en Argelia, se ordena misionero en Túnez y hace su doctorado sobre Averroes, es lógico que se sienta muy sensibilizado con el mundo musulmán. Aprendió árabe y se especializó en Islamología. Incluso llegó a ser director del Instituto de Bellas Letras Árabes en Túnez (lo que sería en Roma el Instituto Pontificio de Estudios Árabes).

Fue en 1969 cuando fundó esta curiosa asociación benéfico-cultural llamada Darek-Nyumba ("tu casa") cuyo objetivo era enseñar castellano a los musulmanes afroasiáticos; al tiempo se enseñaba árabe a los españoles que marchaban para trabajar en empresas de países árabes. En definitiva era lugar de encuentro islamo-cristiano. Entendía que los principales obstáculos para el entendimiento eran el idioma y la raza. Galindo fue director de Darek-Nyumba, con sede en la Calle Alcalá de Madrid, hasta 2012 en que se resiente su salud. No lo tuvo fácil; luchó contracorriente; a algunos no les hacía gracia ver entrar y salir a negros y moros con chilaba. Pero por allí han pasado más de 10.000 estudiantes procedentes de más de 100 países afroasiáticos.

Si el Padre Galindo viviera hoy tal vez no se hubiera sumado a las voces que, en aras de la libertad de expresión, blasfeman y ridiculizan las creencias de los demás, porque él siempre respetaba a las religiones ajenas igual que a la suya propia; como respetaba a los demás sin mirar el color de su piel. Igualmente estamos seguros de que tampoco se sumaría a la barbarie fanática que en aras de creencias religiosas comete inhumanos atentados. No al Santiago Matamoros, no a las Cruzadas, pero no a la quema de infieles invocando a Aláh. Diálogo y entendimiento; educación, formación y conocimiento mutuo eran sus premisas.

En una entrevista el padre fue preguntado si el Islam es un peligro. Contestó que había tres "islames": el fundamental, el fundamentalista y el fundamentalismo islámico. Solo el primero hace referencia a la esencia espiritual de esta religión creada por Dios y trasmitida por Mahoma con sus cinco pilares o mandamientos. Los demás, decía, son adulteraciones posteriores como también las hay en el cristianismo, religión que desde el siglo IV podría llamarse "constantinismo", cuando se une al poder político con el emperador Constantino. No está mal recordar a este Padre Blanco; granadino de Cúllar Vega, de nombre Emilio Galindo y de vocación misionero del mundo. 

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