El pleno aprueba por unanimidad una moción a favor de la convivencia entre comunidades.
Los musulmanes de la comunidad Al Huda que rezan ante la casa de la villa de Mollet desde el inicio del Ramadán no aceptan los dos espacios alternativos que el Ayuntamiento de Mollet les ha propuesto esta semana para trasladar las oraciones, el patio de la Instituto Mollet y la antigua nave de Lefa. El representante de la comunidad islámica, Ahmed Balghouch, insiste en que sólo quieren el permiso para utilizar el local de la calle Àngel Guimerà porque lo compraron, precisamente para utilizarlo como mezquita. El resto de alternativas no les interesa. De hecho, la nave de Lefa ya la habían rechazado anteriormente porque consideran que no cumple las mínimas condiciones de habitabilidad.
Sin embargo, un portavoz del Ayuntamiento considera que los espacios que les han propuesto son dignos y suficientemente grandes para albergar a todos los fieles y están bien acondicionados. El gobierno municipal y la comunidad islámica se reunieron este martes, sin cerrar ningún acuerdo. Un día antes, el pleno del Ayuntamiento aprobó por unanimidad una moción en contra del radicalismo ya favor de la convivencia entre todas las comunidades religiosas que hay en el municipio. La moción reivindica "la vía del diálogo frente a la confrontación, el trabajo conjunto y el respeto a los demás frente al radicalismo".
Con esta declaración, el Ayuntamiento manifiesta que quiere seguir promoviendo la buena convivencia. La moción también recalca que Mollet se caracteriza por la integración de inmigrantes y que la relación entre el gobierno y las comunidades se ha desarrollado durante 20 años bajo un clima de cordialidad. Por otra parte, el grupo de Ara Mollet-ERC, en la oposición, pidió al pleno que se cree una mesa de diálogo en la que participen el alcalde, los grupos municipales, los vecinos y la comunidad islámica, pero la iniciativa se rechazó. Los musulmanes de Al Huda continúan rezando en la vía pública. El miércoles de la semana pasada los precintaron el local en la calle Ángel Guimerá que habían comprado para reunirse. El Ayuntamiento no autorizó su uso porque incumple la legalidad, que sólo contempla actividades comerciales para ese recinto. Desde entonces, todos los fieles se reúnen en la plaza Mayor cinco veces al día.
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