Una vez confirmado el sonoro fracaso de la alianza entre civilizaciones, Rusia ofrece al mundo, en concreto, al Vaticano, una alternativa: una alianza entre religiones. Eso sí, religiones cristianas. Es verdad que Moscú ha puesto en los últimos dos años muchos obstáculos en el camino de EEUU y Europa en Oriente Medio y el norte de África, pero está dispuesto a forjar un alianza con los católicos para evitar el exterminio de las comunidades cristianas de la región, y también para defender los valores tradicionales en el viejo continente del embate del secularismo y la creciente influencia islámica. No es exclusivamente una cuestión de fe, sino de defensa de los intereses geopolíticos y de concepción tradicional de los estados europeos.
La Iglesia Ortodoxa Rusa (IOR), que representa a unos 300 millones de personas, quiere firmar un armisticio con la católica, la más numerosa del planeta (1.200 millones de fieles). El Patriarcado de Moscú y el Vaticano mejoraron notablemente sus relaciones durante el papado de Benedicto XVI. El pontífice alemán logró con su mensaje ecuménico restañar muchas de las heridas entre ambas iglesias, aunque éstas están aún muy lejos de cicatrizar. El polaco Juan Pablo II, uno de los héroes de la caída de la comunismo, intentó con todas sus fuerzas fomentar la presencia de sacerdotes católicos en territorio ortodoxo, especialmente en Ucrania (Iglesia Uniata), lo que estuvo a punto de provocar la ruptura de sus relaciones.
Los ortodoxos ni olvidan, ni perdonan, pero con la llegada de un nuevo papa, la IOR está dispuesta a aparcar las viejas afrentas, si el Vaticano acepta sellar una alianza para defender los principios milenarios que sostienen ambas instituciones. Según ha dejado claro Hilarión, el jefe de la diplomacia ortodoxa, los protestantes no pueden ser signatarios de esa alianza, ya que han dado la espalda a dogmas sagrados, como es la prohibición del matrimonio homosexual y de la posibilidad de consagrar a mujeres como sacerdotes. Los ortodoxos sí permiten a sus popes casarse y tener familia, pero el secularismo que promueven los protestantes les es muy ajeno. En eso están mucho más cerca de los valores que defiende la Iglesia Católica Romana.
La elección del Papa Francisco fue saludada por los ortodoxos, ya que en el cardenal argentino ven un tradicionalista que ya se enfrentó abiertamente al Gobierno argentino por el matrimonio homosexual. Además, recuerdan que siempre ha mostrado "una profunda simpatía" hacia los ortodoxos, que son una minoría, pero están presentes en todos los países iberoamericanos, adonde emigraron muchos rusos, antes y después de la Revolución Bolchevique de 1917.
Los ortodoxos, que conviven en Rusia con 20 millones de musulmanes, han denunciado la persecución a la que los cristianos son sometidos en el Magreb y Oriente Medio. Según la IOR, los cristianos ya han desaparecido casi por completo de Libia e Irak, y parece que lo mismo podría ocurrir en Siria, Egipto y el Líbano. Moscú cree que a Roma tampoco le interesa el advenimiento de regímenes islamistas en su flanco meridional y oriental. Hilarión asegura que la amenaza no proviene del islam tradicional, sino del integrismo que parece haber ganado posiciciones durante la Primavera Árabe.
En cuanto a Europa, los ultraconservadores ortodoxos tienen muchas posibilidades de llegar a un consenso con Roma, ya que el Vaticano están perdiendo terreno precisamente en países tradicionalmente católicos. Entre el flujo de inmigrantes procedentes de países musulmanes y el avance de las prácticas laicas, el Cristianismo se encuentra en retirada, ya que su discurso es cada vez menos atractivo para las nuevas generaciones. La retirada de la cruz de escuelas e instituciones públicas indigna por igual a ortodoxos y católicos.
Aunque la Constitución rusa no acuñó la religión ortodoxa como la confesión oficial, el presidente, Vladímir Putin, un creyente y practicante confeso, ha dado a la IOR un papel preponderante en la sociedad, como quedó claro en los casos de Pussy Riot y la prohibición de la propaganda homosexual, y les ha devuelto gran parte de las propiedades que les fueron expropiadas por el Estado soviético. El Kremlin también defiende sus propios intereses, ya que, en la Iglesia, tiene a un estrecho aliado en materia política. En 2012, el Patriarca Kiril pidió el voto para Putin en las elecciones presidenciales.
Este no es un pacto estratégico entre Rusia y Occidente, ya que la mayoría de católicos se encuentran ahora en países emergentes y en el tercer mundo, mientras las grandes potencias abrazan el relativismo moral. Es una alianza entre tradicionalistas que se resisten al avance del multiculturalismo. Todos los hombres somos hermanos, pero no todos somos iguales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario