miércoles, 13 de febrero de 2013

El Cabildo defiende que la Mezquita es de culto católico

Córdoba,13.02.2013,EL DÍA


Varios de los acusados a las puertas de los juzgados tras la vista oral.

  "Todo el perímetro que conforma el edificio de la Catedral de Córdoba (23.000 metros cuadrados) está consagrado al culto católico". Ésta es la respuesta que ayer dio el Cabildo Catedralicio a la sentencia del juzgado de lo Penal número 5, que ha absuelto a los ocho turistas musulmanes austríacos que protagonizaron un altercado en el interior de la Mezquita-Catedral el Miércoles Santo de 2010 por rezar dentro del templo por el rito musulmán.

La Iglesia hizo referencia a la parte del fallo que afirma como hecho probado que "ya dentro de este edificio y en una zona no expresamente dedicada al culto católico". Al respecto, explicó que la Catedral de Córdoba "está dedicada en su totalidad al culto católico desde su consagración, el 29 de junio de 1236, por decisión del rey San Fernando". Desde esa fecha, continuó, la Diócesis de Córdoba "ha poseído pública, ininterrumpida y pacíficamente, a título de dueño, hasta nuestros días, sin que haya dejado de celebrarse ni un solo día el culto católico". Recordó también que "es la Santa Iglesia Catedral, templo principal de la diócesis de Córdoba, lugar de celebraciones de la entera comunidad católica de Córdoba".

El Cabildo Catedralicio incidió también en que el ritual de consagración del altar y del templo expresa tras este hecho "todo el espacio se convierte en lugar de culto y, por tanto, lugar sagrado y no deja duda de que exista espacio alguno en él que no esté dedicado al culto católico". Insistió en que el carácter sagrado de todo el recinto fue reconocido en el Boletín Oficial del Estado, de fecha 21 de noviembre de 1882, cuando Su Majestad el Rey "tuvo a bien declarar monumento nacional histórico artístico, no a la mezquita, sino a la Santa Iglesia Catedral de Córdoba, es decir, al templo en el que se encuentra la cátedra del obispo de Córdoba".

La sentencia considera probado que uno de los acusados -Z. E. A.- comenzó a rezar por el rito musulmán en una zona no expresa,siguiéndole de forma espontánea más compañeros. Al percatarse de ello un auxiliar del servicio de seguridad del edificio se acercó hasta el grupo para pedir que dejasen de orar. Tras la negativa, se personó otro vigilante de seguridad, quien "airadamente" le hace la misma petición al líder del grupo, momento el que se inició un forcejeo entre éste y varios de los miembros del grupo que pretendían que Z. E. A. acabara el rezo.


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