domingo, 28 de octubre de 2012

Rohingyas, el pueblo más perseguido del mundo

Madrid,28/10/2012,elmundo.es,Amanda Figueras


Rohingya, en Aung Mingalar.
En 1978 y entre 1991 y 1992 se vivieron éxodos masivos hacia Bangladesh
Deben pedir permiso a las autoridades birmanas para contraer matrimonio
Han de firmar un acuerdo por el que afirman que no tendrán más de dos hijos
La mayoría sufre de desnutrición crónica


Sin estado, sin protección y desconocidos pese a ser considerados la minoría más perseguida del mundo. La comunidad rohingya, cuya historia se remonta a principios del siglo VII, cuando los comerciantes árabes musulmanes se asentaron en la zona, son objeto de una "discriminación permanente y sistemática" -en palabras de la ONU- y de "atrocidades" -según la ONG Human Rights Watch (HRW)-, a manos de las fuerzas birmanas.

El país asiático disolvió en marzo de 2011 la junta militar que había gobernado desde 1962 e instauró un Gobierno civil, encabezado por el ex general Thein Sein. Pese a que varios gobiernos, como el de EEUU, han avalado los avances hacia la democratización (Washington anunció el pasado mes de septiembre la supresión de su veto a las importaciones, una de las sanciones que le había impuesto), tiene enormes 'agujeros negros'.

Unos 800.000 rohingyas -incluidas las personas de herencia bengalí que se establecieron hace siglos, así como aquellos que ingresaron al país en las últimas décadas- viven en Birmania, la mayoría en el estado de Rakhine (antigua Arakan), al oeste. Sin embargo, desde 1992 las autoridades no los reconocen como ciudadanos y mantienen que proceden de Bangladesh, algo también interiorizado por la mayoría de los ciudadanos.

Por su parte, el gobierno del empobrecido vecino tampoco acepta a esta comunidad apátrida; ya acoge a cientos de miles de refugiados y alega que no puede albergar más.

Matthew Smith, investigador de Human Rights Watch, explica a ELMUNDO.es que el Gobierno de Bangladesh viola la ley internacional al no dar ayuda a quienes piden asistencia temporal en sus fronteras. "Las condiciones de los refugiados nunca han sido adecuadas, no porque haya sido imposible mejorarlas sino que es un problema político, solucionable con la disposición adecuada".

Al mismo tiempo, Smith afirma que en Birmania el Gobierno tampoco ha hecho todo lo posible para frenar la violencia aunque reconoce que se han dado pasos positivos. "Algunos diplomáticos están diciendo las cosas adecuadas, pero la realidad es que sobre el terreno las soluciones no se ponen en marcha".
Tragedia

Frecuentemente aparecen informaciones e imágenes -no confirmadas por fuentes independientes dadas las dificultades que encuentran los periodistas para trabajar en la zona- que muestran pateras cargadas de rohingyas tratando de cruzar la frontera marítima hacia Bangladesh.

Este sábado, HRW publicó imágenes satelitales en la que se aprecia la destrucción completa de un barrio de la ciudad de Kyaukpyu, donde residía población de dicha etnia. En las instantáneas se pueden contabilizar más de 800 edificios y casas flotantes destruidas.

Además, fuentes de los refugiados denunciaron que un barco con 120 musulmanes fue interceptado por los budistas, que mataron a los hombres y violaron a las mujeres.

"Nunca había visto tanto odio contra nadie en el mundo, hasta los palestinos tienen una mejor situación... todos en Birmania les odian. Ellos son diferentes físicamente, son más parecidos a los indios, hablan su lengua y tienen otra situación", relata Dina Madani, del departamento de minorías musulmanas de la Organización Islámica de Cooperación (OIC), que acompañó al secretario general de la institución en un viaje de 10 días a la zona el pasado mes de septiembre.

La OIC, segunda organización intergubernamental detrás de la ONU y entre cuyos principales objetivos está proteger los intereses de los musulmanes, ha intentado conseguir la aprobación del gobierno birmano para abrir dos oficinas en el país. En septiembre, tras unas protestas budistas, finalmente, no lo lograron, pero mantiene la esperanza de obtener el respaldo de las autoridades en breve. Sus llamamientos para que a los rohingya se les reconozca la ciudadanía son constantes.
Éxodo

Las políticas de exclusión sistemática impuesta por los sucesivos gobiernos durante las últimas décadas en Birmania han originado los dos éxodos masivos de refugiados hacia Bangladesh: en 1978 y entre 1991 y 1992 -huyendo de la "limpieza étnica", tal como lo califica HRW.

Además de los 29.000 refugiados registrados que viven hacinados en dos campos de refugiados, Bangladesh alberga actualmente otros 200.000 o más que están sin registrar, según una investigación de 'The Arakan Project' publicada en enero y financiada por la ONG estadounidense National Endowment for Democracy (NED). Los principales países de acogida son Malasia, Tailandia, Indonesia, Bangladesh, India y algunos Estados de Oriente Medio.

Con la llegada del nuevo Gobierno en marzo de 2011 se dieron algunos avances, reconocen los expertos, y hubo sesiones parlamentarias con debates relativamente abiertos en los que representantes de los musulmanes pudieron presentar sus preguntas sobre las políticas discriminatorias.

Sin embargo, las respuestas no hicieron sino reafirmar las políticas existentes, tales como la denegación de ciudadanía, las restricciones a la circulación, restricciones matrimoniales, etc, y justificaron su ejecución por razones de seguridad nacional y por la "gestión de la migración ilegal". ¿El resultado? Una nueva oleada de huidas desde septiembre de 2011.
La opresión

"En realidad, los rohingya no son gente de Birmania, no son del mismo grupo étnico. Su tez es marrón oscuro y nuestro cutis es suave, somos guapos también. Ellos son feos como ogros", estas declaraciones que salieron de la boca de un un alto diplomático birmano asentado en Hong Kong en febrero de 2009 dan una pista sobre la situación.

Los rohingya deben pedir permiso a las autoridades birmanas para contraer matrimonio... y firmar que no tendrán más de dos hijos. Acostarse con una mujer fuera del matrimonio les puede suponer penas de hasta 10 años de prisión. Muchas mujeres que se quedan embarazadas optan por practicarse abortos -ilegales en el país- elevando la tasa de mortalidad maternal. Y muchas parejas que no consiguen el permiso oficial para casarse tratan de salir de Birmania.

Tampoco tienen derecho a viajar, viven confinados en sus pueblos e incluso deben pedir permiso para ir a la villa vecina. En febrero de 2001, Sittwe, la capital del Estado, fue declarada como "zona fuera de su alcance", el barrio musulmán de Aung Mingalar es un auténtico gueto.

Los permisos fronterizos sólo se emiten con objetivos comerciales y, a veces, para recibir tratamiento médico en Bangladesh. Pero si las autoridades detectan que han estado fuera más tiempo del permitido se les impide regresar a casa.

La mayoría sufre de desnutrición crónica, lo que afecta a su desarrollo mental y físico y les hace más vulnerables a enfermedades. Menos de 60% de los chicos y del 50% de las chicas tienen unas medidas consideradas "normales".

La chispa que avivó el odio

La última ola de violencia se desató el pasado 28 de mayo, cuando fue hallado el cadáver de una mujer budista que al parecer había sido violada y asesinada por tres musulmanes. Seis días después, una multitud de budistas detuvo un autocar en el que, decían, viajaban los culpables y mataron a diez musulmanes. Dos de los asesinos fueron condenados a muerte el pasado lunes, mientras que el tercero se suicidó en la cárcel, según informó Efe.

A partir de entonces, grupos de musulmanes y de budistas se enfrentaron en diversas localidades de Rakhine, con un saldo de casi 90 muertos y unos 90.000 desplazados -según los residentes- y de 50 muertos y 60.000 desplazados -según el Gobierno-.

La violencia había disminuido desde la declaración del estado de excepción el pasado 10 de junio, pero la pasada semana dejo un balance de 67 muertos y 95 heridos, según dpa.


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