Yesenia Menéndez y Fátima Roldán posan en la mezquita Ishbilia con algunos de los juguetes que repartirán mañana.
Un grupo de mujeres crea en Sevilla una asociación para defender sus derechos dentro y fuera de la mezquita y mañana, fin del Ramadán, llevará a cabo su primera acción
Tiene 35 años, nació en el sevillano barrio de San Bernardo y descubrió su fe mientras cursaba sus estudios de Filología Hispánica. Fátima Roldán es una de las muchas jóvenes que se enfrentan cada día a su doble condición: la de musulmana en un mundo que aún mira con recelo al islam y la de mujer en una religión dominada por los hombres. Que se escuche su voz y la del resto de mujeres en su misma situación es el objetivo de la futura Asociación de Mujeres Musulmanas de Sevilla Fisabilillah (por la causa de Allah) que llevará a cabo su primera acción en Sevilla mañana domingo, día en el que los musulmanes celebran la fiesta Eid al Fitr que marca el fin del Ramadán.
Junto a otras mujeres de la Asociación Mezquita Ishbilia, Fátima repartirá entre los niños más necesitados los juguetes que han ido recolectando las últimas semanas. Lo harán en el pabellón deportivo de la calle Carmen Vendrell donde parte de la comunidad musulmana de Sevilla celebrará el fin del ayuno que marca el Ramadán. Este gesto es sólo el punto de partida de la Asociación de Mujeres Musulmanas Fisabilillah que, a falta de algunos trámites administrativos, es ya una realidad. "Ya hemos conseguido reunir a unas 30 mujeres y no es fácil movilizar a la mujer musulmana", insiste Fátima, que ocupará el cargo de secretaria de una organización cuyo objetivo no es otro que reivindicar el papel de la mujer en el Islam.
Porque las mujeres musulmanas que, como Fátima, nacieron y se criaron en una sociedad ajena a esta religión tienen que enfrentarse a un camino lleno de obstáculos que empieza por hacer entender a su entorno los cambios que conlleva su nueva fe para continuar en la difícil tarea de hacerle ver más tarde al resto de la sociedad que "ser musulmana no condena a una mujer a estar encerrada en casa cuidando de su familia". Eso lo sabe bien Ana Romero, de 24 años, y sevillana también. "Retomé mis estudios de Bachillerato precisamente cuando me convertí porque para el musulmán buscar el conocimiento es una obligación". Ahora, su particular lucha es la de sortear el "rechazo" que genera su hiyab (el pañuelo con el que cubre su cabeza) en algunas personas.
Pero si complicado es desvincularse de algunos de los estereotipos que distorsionan la imagen de la mujer musulmana, más lo es vivir su fe en un entorno marcado por unas costumbres "que más tienen que ver con la cultura de los países de origen de la mayoría de musulmanes que viven aquí que por la propia esencia del islam", explica Fátima. Ejemplo de ello es el lugar que ocupan las mujeres en las mezquitas, donde no sólo habitan un espacio separado y diferenciado del de los hombres, sino donde su papel está en la mayoría de ocasiones muy limitado. Al respecto, Yesenia Menéndez, que vino a Sevilla desde su Nicaragua natal "por amor", asegura que "en los tiempos del profeta -Mahoma o Muhammad, como es conocido en el islam- las mujeres podían rezar detrás de los hombres en la misma estancia". Sin embargo, el compartir o no un mismo espacio es sólo un sutil reflejo del segundo plano al que está relegada la mujer en el Islam y la "errónea interpretación que muchas veces se hace del Corán no facilita las cosas" hasta el punto de que "hace 1.400 años la mujer musulmana estaba mejor que ahora".
Aunque para algunos musulmanes estas pretensiones pueden rozar lo escandaloso, evidentemente, no todos piensan lo mismo. Yihad, que también nació en Sevilla, está convencido que "es necesario que la mujer musulmana pueda expresarse libremente" y aportar al resto de la comunidad sus ideas y conocimientos porque, como apostilla Fátima, "todo el mundo habla en nombre de la mujer musulmana excepto la mujer musulmana".
No obstante, continúa Yihad, "no se trata de cambiar las cosas sino de buscar en nuestro propio pasado para encontrar grandes mujeres en la época de Al-Andalus que fueron todo un referente" en el arte, la literatura o la vida pública. Es en ese espejo donde, concluye Fátima, "debemos mirarnos" todas las demás.
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