Cordoba,(Argentina), 29/05/2012,lavoz.com.ar,Ali Badrán (Imán, integrante del Comipaz)
El Islam no entra en conflicto con el laicismo porque no admite estructuras religiosas al margen de la sociedad civil. Ali Badrán.
En el Islam no existe una estructura eclesial, construida para administrar la sociedad, aunque es cierto que determinadas formas de poder o concepciones políticas conformadas entre los musulmanes han podido tender a ello.
La diferencia estriba en que los miembros de la comunidad gozan de un régimen de total igualdad en la condición religiosa y política, pues no existe una diferencia entre lo civil y lo religioso, ni entre la religión y el laicismo.
Si bien hay una contraposición entre lo religioso y lo laico, no debe extenderse esta antinomia a situaciones que puedan implicar ciertos riesgos o imprecisiones. Se la admite como tantas otras dualidades en el análisis político, sin que se preste mucha atención a sus orígenes y su significado.
En este contexto admitimos, no obstante, que estos términos se refieren a espacios opuestos, difícilmente reconciliables, obligados a convivir en el discurso para que éste tenga sentido y sepamos que se refiere siempre a la realidad desde la diferenciación.
La filosofía de la Ilustración, que puso sobre el tapete esta cuestión, es la que abrió la brecha entre el pensamiento religioso y el pensamiento secular. Recordemos que la mayoría de las naciones europeas de la Edad Media y el Renacimiento eran estados confesionales, frutos de alianzas de diversos poderes: el ideológico religioso y el político económico. Lo mismo ocurría entre los avicenistas y los averroístas en la España islámica del siglo XII.
Existe un modelo de Estado islámico que puede deducirse de la sociedad profética que había en Medina, en la época del profeta Muhammad (Mahoma) allá por el siglo VII, que se adapta perfectamente a las monarquías como a las democracias actuales.
En este sentido, el Islam no entra en conflicto con el laicismo, porque no admite estructuras religiosas al margen de la sociedad civil. Se acepta que todas las personas son religiosas por naturaleza y gozan de una total libertad de conciencia. Se reconoce el derecho a la diferencia, en una convivencia plural, multirracial y multicultural.
Un problema subyacente es el de los valores, porque en una sociedad que se proclama liberal en sus costumbres, donde el límite de la libertad individual se sitúa en los umbrales del orden público, aparecen contradicciones de forma bastante palpable.
La democracia, como fórmula política, está lejos de haberse desarrollado en profundidad en la mayoría de los países donde trata de aplicarse. No se han conseguido todas las finalidades que se proponían, no se ha logrado un Estado de bienestar para todos.
El mundo de las libertades se ha visto disminuido por la inconsistencia de su aplicación, por la falta de equidad y transparencia. Funciona sobre la base de intereses que determinan un orden económico mundial.
El desarrollo de una forma determinada de vivir y de ser, dominada por la llamada revolución tecnológica, muchas veces contradice algunos valores esenciales para vivir en paz y con justicia.
La mayoría de los musulmanes que vivimos como minorías en distintos países del mundo estamos convencidos de que el laicismo del Estado que defendemos significa que las distintas creencias de nuestra sociedad serán protegidas en un plano de igualdad.
Desde la perspectiva islámica, no hay contradicción entre religión y laicismo, por lo que incluir estos conceptos en los discursos de los creyentes ayudará a una mejor comprensión de nuestras creencias religiosas, desterrando los estereotipos de confrontación que se han forjado a través de los tiempos. Uassalamu alaicum (la paz sea con todos).
Islam España es el portal del islam en lengua española , un proyecto de futuro para la convivencia,la cooperación y el diálogo.
El Islam no entra en conflicto con el laicismo porque no admite estructuras religiosas al margen de la sociedad civil. Ali Badrán.
En el Islam no existe una estructura eclesial, construida para administrar la sociedad, aunque es cierto que determinadas formas de poder o concepciones políticas conformadas entre los musulmanes han podido tender a ello.
La diferencia estriba en que los miembros de la comunidad gozan de un régimen de total igualdad en la condición religiosa y política, pues no existe una diferencia entre lo civil y lo religioso, ni entre la religión y el laicismo.
Si bien hay una contraposición entre lo religioso y lo laico, no debe extenderse esta antinomia a situaciones que puedan implicar ciertos riesgos o imprecisiones. Se la admite como tantas otras dualidades en el análisis político, sin que se preste mucha atención a sus orígenes y su significado.
En este contexto admitimos, no obstante, que estos términos se refieren a espacios opuestos, difícilmente reconciliables, obligados a convivir en el discurso para que éste tenga sentido y sepamos que se refiere siempre a la realidad desde la diferenciación.
La filosofía de la Ilustración, que puso sobre el tapete esta cuestión, es la que abrió la brecha entre el pensamiento religioso y el pensamiento secular. Recordemos que la mayoría de las naciones europeas de la Edad Media y el Renacimiento eran estados confesionales, frutos de alianzas de diversos poderes: el ideológico religioso y el político económico. Lo mismo ocurría entre los avicenistas y los averroístas en la España islámica del siglo XII.
Existe un modelo de Estado islámico que puede deducirse de la sociedad profética que había en Medina, en la época del profeta Muhammad (Mahoma) allá por el siglo VII, que se adapta perfectamente a las monarquías como a las democracias actuales.
En este sentido, el Islam no entra en conflicto con el laicismo, porque no admite estructuras religiosas al margen de la sociedad civil. Se acepta que todas las personas son religiosas por naturaleza y gozan de una total libertad de conciencia. Se reconoce el derecho a la diferencia, en una convivencia plural, multirracial y multicultural.
Un problema subyacente es el de los valores, porque en una sociedad que se proclama liberal en sus costumbres, donde el límite de la libertad individual se sitúa en los umbrales del orden público, aparecen contradicciones de forma bastante palpable.
La democracia, como fórmula política, está lejos de haberse desarrollado en profundidad en la mayoría de los países donde trata de aplicarse. No se han conseguido todas las finalidades que se proponían, no se ha logrado un Estado de bienestar para todos.
El mundo de las libertades se ha visto disminuido por la inconsistencia de su aplicación, por la falta de equidad y transparencia. Funciona sobre la base de intereses que determinan un orden económico mundial.
El desarrollo de una forma determinada de vivir y de ser, dominada por la llamada revolución tecnológica, muchas veces contradice algunos valores esenciales para vivir en paz y con justicia.
La mayoría de los musulmanes que vivimos como minorías en distintos países del mundo estamos convencidos de que el laicismo del Estado que defendemos significa que las distintas creencias de nuestra sociedad serán protegidas en un plano de igualdad.
Desde la perspectiva islámica, no hay contradicción entre religión y laicismo, por lo que incluir estos conceptos en los discursos de los creyentes ayudará a una mejor comprensión de nuestras creencias religiosas, desterrando los estereotipos de confrontación que se han forjado a través de los tiempos. Uassalamu alaicum (la paz sea con todos).
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