domingo, 30 de enero de 2011

Las monjas también llevan velo y nadie les dice nada”

Vigo,30-01-2011,atlantico.net,Ana Baena

Aisha quiere poder llevar el velo con libertad por la calle. j.v. landín


Aisha Palomino es desde hace siete meses una conversa al islam y acude todos los viernes a rezar a la mezquita viguesa, notando por la calle la discriminación por su indumentaria

Aisha Palomino, de 34 años, y madre de tres hijos, nació en Colombia y es musulmana desde hace siete meses. Ahora afirma sentir en sus carnes la discriminación social. Todos los viernes viene a Vigo para acudir a los rezos en la mezquita ataviada con el velo que manda el Corán. ‘Por la calle me han llegado a decir que me quite el velo porque estamos en un país libre; pero si realmente lo estuviéramos no me lo dirían’, sostiene Aisha, al tiempo que recuerda un desagradable incidente en el transporte público.

‘Acababa de subir al autobús cuando una mujer comenzó a hacer comentarios en alto, diciendo que odiaba a la gente como yo, pensaba que no podía entenderla; cuando notó que hablaba castellano, se cortó un poco, pero continuó; yo no agaché la cabeza, le mantuve la mirada y a punto estuve de contestarle; un día de estos no me voy a callar’. Sostiene que no entiende esta imposición en nombre de la libertad y aclara que ‘llevo el velo por voluntad propia, no es por obligación de mi marido; Dios dijo que las mujeres deben cubrirse por su gracia y eso es lo que hago; las monjas también llevan velo y nadie les dice nada’.

Durante la semana, Aisha estudia un ciclo formativo de Panadería y Pastelería en As Neves, en un colegio católico. ‘Allí no está permitido que acuda con la cabeza tapada, aunque después para estar en la cocina tengo que cubrirla’. Aisha reconoce que se ve obligada a adaptar los preceptos de su religión a las exigencias de su vida. Pide ser libre para elegir su indumentaria, aunque reconoce que una creyente que no lleve velo por elección propia sería considerada una musulmana rebelde.

Bautizada como Natalia, lleva fuera de su país desde hace 16 años: primero en Suiza y desde hace 8 años en España, pasando por Vigo para afincarse definitivamente en Salvaterra. Hace un año su vida dio un giro radical. Se divorció del padre de sus hijos y se encontraba hundida emocionalmente. A través de un amigo conoció el islam y poco a poco fue interesándose más en sus doctrinas, buscando en internet y moviéndose en el círculo musulmán vigués en torno a la carnicería de la calle Pino. El pasado julio decidió convertirse y habló con el imán. La ceremonia fue muy sencilla.

Quince minutos, dos testigos, el imán y su ayudante. ‘Reafirmé mi fe en árabe; volví a las raíces porque todos nacemos musulmanes’, afirmó la desde entonces Aisha, que recibió como regalo el Corán en árabe (aunque aún no lo habla) y biografías históricas de musulmanes insignes. Eligió ese nombre siguiendo la sugerencia de un amigo y porque ‘era el que mi tío había elegido para mi hija mayor que ahora tiene 12 años’.

Hace cuatro meses comenzó a rezar en árabe. No toma cerdo, no bebe, no fuma y no tiene en casa alcohol, renuncias que no le costaron demasiado. No puede ir a discotecas, ni escuchar cierta música, aunque reconoce que es difícil desengancharse de la salsa después de tantos años Cambió el escote y las minifaldas por el velo y la ropa larga. Dice sentirse más pura y añade con humor que ahora ya no pierde el tiempo en pensar cómo se va a peinar.

Parecen muchas imposiciones, pero a cambio Aisha valora ‘la paz interior que me da; en ese momento de mi vida necesitaba algo a que aferrarme y encontré la fuerza en el Corán’. Cada viernes comparte su fe con cuatro mujeres y más de 60 hombres, en lados separados de la mezquita: ‘Durante el rezo no puede haber distracciones, ni pensamientos impuros’, sostiene.

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