Caballero posa en la zona residencial de Dubai Marina. :: E. C.Este bilbaíno, abogado economista, viaja con frecuencia por los distintos países del Golfo Pérsico
No espera que se le aparezcan genios ni alfombras mágicas. Pero sí es cierto que Ander Caballero ha viajado al país de las mil y una noches. Este bilbaíno vio una oportunidad en el mundo árabe y hace tres años se fue allí por primera vez. Esta vivencia le sirvió para que, en septiembre de 2009, la empresa farmacéutica Progenika contactara con él para que dirigiese su expansión por Oriente Medio. No lo pensó y se trasladó de nuevo a Dubai, como sede central de operaciones. El mismo emirato donde, en 2007, vio cómo «se levantaban edificios de siete plantas de una semana a otra». De la nada.
Este abogado economista, licenciado en la Universidad de Deusto, cambió de 'timón' y se metió en el mundo internacional. «Opté a una beca del Gobierno vasco de Internacionalización y mi primera opción fueron los países árabes». Le salió bien la jugada y le enviaron como becario a la oficina comercial de la embajada española en Dubai. Tras dos años rodeado del desierto, regresó a Euskadi y trabajó como gerente de exportación en Fagor.
En esta empresa vasca estuvo hasta que le llamaron de Progenika para que se embarcase en una aventura que le apetecía mucho. «Me propusieron irme a Oriente Medio como director de operaciones para establecer la filial y abrir mercado». Dicho y hecho. En julio de 2009 aterrizó en el grandioso aeropuerto de Dubai y comenzó todo el proceso burocrático para constituir la empresa. Una vez asentada la compañía, Carretero se ocupa de los proyectos que se gestan en el golfo Arábico.
El más importante es el que se lleva a cabo en Kuwait. Allí firmaron con el Banco Nacional de Sangre del país para dotarle de una tecnología que asegura la compatibilidad de las transfusiones sanguíneas entre el donante y el receptor. Un avance que se utiliza en los principales bancos de sangre de España, Europa y Oriente Medio. ¿Y por qué Dubai como sede? «Da muchas facilidades de apertura a la gente y a las instituciones. Es un centro geopolítico con una mentalidad más occidental y orientada a los negocios, que sirve de plataforma para los países de alrededor», asegura Carretero.
La adaptación no ha sido ningún problema para este vasco. Eso sí, las diferencias culturales son ineludibles. «En Euskadi el tema de la cuadrilla está marcado a fuego, mientras que en Dubai la gente está de paso. La estancia media es de 2 a 5 años y, aunque tienes amigos, existe menos implicación. El trato diario es más superficial». En el aspecto laboral también existen contrastes. «La mentalidad árabe exige un ritmo más pausado. En Europa está más enfocado al 'aquí te pillo y aquí te mato', pero en los Emiratos Árabes se requiere un componente social y conseguir una confianza de los interlocutores». No vale sentarse a la mesa con un cliente y hablar de inmediato de negocios. Se necesitan unos preámbulos como tomar el té y hablar de la familia y la vida.
Una buena forma de ganarse el favor de los clientes es chapurrear su idioma. «Hablar árabe te abre muchas puertas porque pasas de ser el extranjero a interesarte por su cultura. Aunque las relaciones personales son difíciles de labrar», insiste. Pero dominar su lengua le ha ayudado a poder moverse con soltura por Siria, donde apenas se maneja el inglés.
«En este emirato encuentras al rico más rico al lado del más pobre, que suelen ser indios o paquistaníes. Ellos son la mano de obra que ha levantado el país». Últimamente, sin embargo, parece que el glamour se ha rebajado un poco. «La crisis ha afectado a todos. Hace dos años era increíble porque veías los Ferraris más nuevos a docenas». La opulencia, aunque en menor grado, es un signo distintivo. «La ostentación es necesaria en Dubai. El gusto asiático conlleva una decoración excesiva marcada por los dorados y los coloridos».
Sin paseos
Las mayores disparidades se ven entre los occidentales -copan el mayor porcentaje de la población- y los locales. «Es un lujo al alcance de la mano y permite una vida muy cómoda». No es para menos, porque la mayoría de los edificios disponen de pistas de tenis, gimnasios, piscinas... Unas instalaciones a las que sólo unos privilegiados pueden acceder en España. Todo no son ventajas. No existen aceras ni parques para dar un paseo. Los que viven allí se tienen que conformar con andar por la playa y por la zona de La Marina, una especie de paseo marítimo. «El tiempo libre es de puertas para adentro. En los grandes centros comerciales se concentra toda la actividad», puntualiza.
Existen zonas de marcha, pero están más localizadas en los hoteles porque son los únicos lugares que disponen de licencias para consumir alcohol. Y es que a pesar de la influencia occidental no deja de ser un país musulmán. Así que debes disponer de un carné para beber en casa y no se te puede ocurrir hacerlo en la vía pública. «Pero no es tan estricto como en Irán o Kuwait, donde te avisan ya desde el avión de que tengas cuidado con este asunto». En Qatar también serán algo más flexibles cuando se celebre el mundial de fútbol de 2022.
Se siente como 'pez en el agua'. Sin embargo, echa de menos el componente social del País Vasco. Además, a este vizcaíno le cuesta depender de las cuatro ruedas para todo, sobre todo cuando los termómetros marcan 50 grados y hay un 95% de humedad. «Sin coche estás perdido». Él ha aprovechado para viajar mucho por Oriente Medio y asegura no haber sentido «peligro» en países como Irán, Yemen, Líbano o Siria. «Siempre sabiendo por dónde te mueves», señala. Lo que está claro es que su vuelta está en Euskadi. Aún sin fecha. «Me gusta conocer países porque te abre la mente y también puertas profesionales».
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