La oración unió a gentes de todas las edades y procedencias A. PEREZEMILIO FERNÁNDEZ
Los musulmanes residentes en Albacete celebraron la Fiesta del Cordero en el Polideportivo de La Vereda
Abraham ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña; tomó el cuchillo y, en ese preciso instante, Dios le habló: "¡Abraham!, no alargues tu mano contra tu hijo -dijo el Señor- ya he comprobado que respetas a Dios, porque no me has negado a tu hijo, tu hijo único».
Todos los que han leído las Sagradas Escrituras conocen este pasaje del Antiguo Testamento. Lo que no es tan sabido es que esta escena es el origen de una de las fiestas mayores del calendario religioso musulmán, la Fiesta del Cordero o Aid al - Adha.
Con esta prueba, a la que Dios sometió a Ibrahim -que es como llaman los musulmanes a Abraham- se simboliza que al Dios de hebreos, cristianos y musulmanes no le agradan los sacrificios humanos y sólo le place el sacrificio interior y el esfuerzo diario, de los verdaderos creyentes.
Por estas mismas fechas, los musulmanes de todo el mundo sacrifican, de forma ritual, un cordero, el mismo tipo de animal que sustituyó a Isaac en el altar. Con el tiempo, esta festividad adquirió un carácter familiar, como explica Mustafá Snabi, del Centro Cultural Islámico de Albacete.
«El ser humano es cuerpo y alma, se debate entre el bien y el mal, tiene que esforzarse -señala- pero eso cuesta, hay que darle de comer tanto al cuerpo como al alma, y éste es, en definitiva, el propósito de esta festividad».
El alimento para el espíritu lo proporcionan los rezos en común, como el que tuvo lugar ayer, a partir de las nueve de la mañana, en el polideportivo de la Vereda de Jaén. Unos 500 fieles seguían con atención las palabras de un clérigo, que inició su exhortación con las clásicas palabras en árabe Allah Akbar (Dios es Grande).
Una mirada a los dos grupos de fieles -hombres y mujeres- también era una mirada a la variedad de orígenes de la comunidad musulmana en Albacete, que se veía en los colores de las vestimentas. Desde un riguroso blanco, puro, inmaculado, que vestían algunos fieles magrebíes, hasta el extremo colorido de las vestimentas de los creyentes subsaharianos.
«Celebramos la fiesta durante tres días -prosigue Snabi- y, tras el rezo, llega lo más terrenal, el cordero, que se divide entre partes; una, para la familia; otra, para los amigos y, la última, para los pobres, sean de la religión, de la raza y de la condición que sea».
La Fiesta del Cordero es también una fiesta de reconciliación. Al acabar el rezo, los presentes se dan la mano, la paz, pidiendo perdón y buscando borrar agravios y rencores . Sólo entonces parten, en familia, a comer juntos y hermanarse en la mesa. El único detalle que Snabi lamentaba es que, respecto al año anterior, el número de participantes se ha quedado en la mitad.
Pero no es por falta de fe, sino porque aunque los hombres perdonen, la crisis no lo hace. «Este año, muchos hermanos se han quedado sin trabajo -señaló- y, por eso, han vuelto a sus países de origen, con sus familiares, para disfrutar de las fiestas en casa; el año pasado, llenamos este polideportivo, pero éste, nos hemos quedado en unas 500 personas».
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miércoles, 17 de noviembre de 2010
Un rezo en recuerdo de Ibrahim
Albacete,17/11/2010,latribunadealbacete.es
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