La sala principal de la oración de la mezquita Al Hidaya de la barriada macarena de El Cerezo.
La joven comunidad musulmana de El Cerezo celebra el mes sagrado para el mundo islámico con discreción y alegría en plena canícula y con una ciudad desierta · Un tercio de la población marroquí vive en este barrio
El sol cae discretamente en la barriada de El Cerezo. Los vecinos se refugian aún en sus casas del calor y el que ha podido ya ha tomado rumbo al fin de semana playero. El calor es fuerte. No hay, con todo, el silencio abrumador que acostumbra cada tarde de Ramadán en las ciudades del mundo musulmán. Es el primer viernes del mes sagrado y unos ochenta musulmanes rompen en la mezquita del barrio el ayuno de la jornada con dátiles, pan con mantequilla, leche, café, galletas y, sobre todo, agua fresca.
En la mezquita predominan los acentos del dialecto árabe del Magreb. Son, sobre todo, marroquíes, que, con un millar de miembros, predominan en la barriada. Hassan Idrissi, esbelta figura, barba rizada y túnica blanca inmaculada, es el amable presidente de la mezquita Al Hidaya de la calle Los Romeros e imán de la comunidad.
Hassan coordina los preparativos del ftor, que es como se llama la comida que marca la ruptura del ayuno del día. Idrissi lleva 25 años en Sevilla, adonde llegó de Marraquech para estudiar Filología Inglesa en la Hispalense. "Cuando llegué éramos contados los marroquíes en la ciudad; la gran llegada se produce a partir del año 91".
Antes de llegar al templo a preparar la harira, una sopa hecha a base de fideos, garbanzos y especias y base gastonómica del ftor, el imán de la mezquita de El Cerezo terminó sus últimos compromisos laborales en la agencia de viajes que regenta, además de un locutorio, en el barrio. Preside uno de los muros del despacho un reclamo turístico con la ciudadela de Melilla la Vieja. "¿Qué dices que ha pasado en Melilla? Con el Ramadán, la verdad, estoy completamente desconectado", asegura al ser cuestionado por el conflicto en la divisoria de la ciudad autónoma y Marruecos.
La mezquita, aunque invisibles en la ruptura del ayuno del viernes, es frecuentada también portunecinos, sirios, egipcios, libaneses, argelinos, senegaleses y hasta paquistaníes. E incluso hasta emigrantes procedentes de Bangladesh. Ellos hicieron su ftor en la intimidad del hogar. La mezquita de este humilde local de la calle Los Romeros de El Cerezo es la tercera en orden cronológico de la ciudad, una de las cinco actualmente en funcionamiento en Sevilla, la primera creada por foráneos en la urbe. Quedan aún por delante casi tres semanas de Ramadán, que este año ha coincidido casi con el mes de agosto y jornadas largas y calurosas, a aquél y a este lado del Estrecho. Cada año el mes de ayuno musulmán se adelanta unos diez días en el calendario, lo cual presagia unos años aún de rigores para los practicantes. "El ayuno nos enseña a aprender a soportar mejor los sacrificios", explica el imán con serenidad.
El suelo alfombrado de la mezquita y tiras de papel colocadas en forma de improvisados manteles sirven de mesa y acomodo a las varias decenas de fieles. Predominan los jóvenes, que recién instalados comenzaron su aventura profesional en tierras sevillanas. Predominan los acentos del norte; tetuaníes, tangerinos, también de Larache y rifeños.
Beben y comen con serenidad y rostros alegres, evitando cualquier muesca de ansiedad en el gesto al primer sorbo de agua fría o al bocado de dátil inicial. No hay m'semen, que es una especie de crêpe magrebí, ni sbakia, que es lo más parecido a un pestiño cuaresmal, pero sonríen mientras cargan un nuevo vaso de agua.
Pronto los platitos y los vasos de plástico muestran sólo restos de migas de pan y la mantequilla que han rehusado rebañar; el olor a harira permanece. Comienza la oración. Son las nueve y media de la noche. Los fieles pasan a una estancia contigua y comienzan, mirando a La Meca, como es preceptivo, a orar.
La barriada de El Cerezo, distrito Macarena en la división administrativa hispalense, consolida su etiqueta de barrio multicultural por antonomasia de la ciudad, una urbe acostumbrada a ver pasear a turistas esgrimiendo helados en pantalón corto cerca de la Catedral pero que alberga a una comunidad extranjera aún exigua. Aquí, junto a la mezquita habita un tercio de los poco más, por ejemplo, de 3.600 marroquíes residentes en la ciudad. "Esperemos que el barrio siga siendo el ejemplo que es de convivencia en paz".
Los letreros en árabe y en español se entrelazan en locutorios y carnicerías del barrio halal -lícito en árabe; esto es, animales que murieron siguiendo los ritos perceptivos del Islam- y se confunden en armonía con las cervecerías y sus dibujos de gambas sobre los bloques de ladrillos ocres de la barriada. Parejas de latinoamericanos charlan en los bancos de uno de los parquecitos buscando la fresca. Las familias comienzan a desperezarse y a tomar, lentamente, los veladores de los bares de la barriada. Ha concluido la oración y la mayoría de los fieles va abandonando la mezquita, como Zakaría, tangerino, que nos ofrece café. Hassan pasea su túnica blanca y es saludado por mucha gente. "Salam Aleicum" -o la paz contigo-, le espetan en los jardines y recodos de la barriada.
La locuacidad contenida por los rigores del ayuno de algunos comienza a desplegarse sin cortapisas a esta hora. Rachid Chari, que luce una calva morena, presume de su papel privilegiado como marroquí con fisonomía caucasiana, lo que le permite asistir atentamente a los regateos en las tiendas de las medinas y comprender todo lo que se dice.
"Hace años, con unas amigas holandesas, dejé con la boca abierta al vendedor de bolsos de una tienda de Tetuán que quería engañarlas. Cuando terminaron el regateo me metí en la conversación hablando en la darija -dialecto árabe marroquí- del norte. Le dije que era inaceptable", explica este melillense.
Hassan se despide haciendo hincapié en su tarea: "Ser musulmán es ser bondandoso y generoso y aplicar sabiduría a la solución de lo s conflictos".
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domingo, 22 de agosto de 2010
Ramadán en la Macarena
Sevilla,22.08.2010,diariodesevilla.es,Antonio Navarro Amuedo
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