miércoles, 18 de agosto de 2010

Primero la palabra de Dios, luego un plato de arroz

Pakistán,18/08/2010,rnw.nl/espanol,Suzanna Koster


Las víctimas de las inundaciones ocurridas en Pakistán están ávidas por recibir alimentos y medicinas. En muchos lugares adonde no ha llegado la ayuda del Estado, extremistas musulmanes están activos.

Los extremistas llenan el espacio que dejan las autoridades con la ausencia de medicamentos y comida, Esto ocurre también en Layyah, a unas siete horas de Islamabad.

Al despuntar el alba, cuatro hombres se hallan ante grandes ollas de comida en las que lavan arroz. Poco más tarde llega Qari Atta ur Rehman, quien dirige la organización de ayuda Falah Insanita Foundation en la región. Al otro lado se instalan las mesas de sus colegas, listas con las medicinas. Con ello se ha iniciado el servicio médico.

Desde el primer día


También han levantado un comedor para suministrar ayuda a los damnificados por las inundaciones, y un punto de atención médica otorgado por el Estado. Por lo demás, no se ve demasiada ayuda. “Nuestros voluntarios han estado aquí desde el primer día, han estudiado la situación y el camino a seguir y han elegido el lugar para instalar estas carpas,” dice Rehman.

En horas del mediodía el comedor está lleno de pakistaníes, todos ellos hombres, y deben esperar hasta que la carpa esté completamente llena. Cuando todos se encuentran juntos en grupos de a cinco sobre las alfombras, uno de los socorristas comienza a predicar. “¿Con qué mano comes?”, pregunta mientras extiende su mano derecha. “Con tu mano derecha,” asiente. Según la buena costumbre islámica. “¿Y qué dices cuando vas a comer? Bizmilla, en el nombre de Dios,” dice mientras el grupo murmulla con él.

Recién entonces los hombres reciben arroz cocido y comen concentradamente, con las manos, de una gran recipiente que comparten cinco personas. Un hombre mayor relata cómo la corriente se llevó su casa. Él consiguió huir con su familia. “Nos hemos salvado y hemos llegado aquí”, agrega. La carpa se va vaciando a medida que la comida se acaba. Afuera, una nueva fila de personas está lista para entrar.

Atentados en Mumbai

Estos socorristas pertenecen a Jamaat-ud-Dawa, el grupo de ayuda de la organización extremista Lashkar-e-Toiba, explica el ex general Talat Masood. “Básicamente se trata de Jamaat-ud-Dawa y uno o dos más que siempre tratan de ayudar y que están en primera línea cada vez que algo como esto ocurre.”

Lashkar-e-Toiba fue fundado para combatir contra el Ejército indio en Cachemira, se supone que con ayuda del servicio secreto de Pakistán. Sin embargo, entretanto la organización es relacionada con los talibán y con los atentados terroristas de Mumbai, en noviembre del 2008. Rehman asegura que no tiene lazos con Lashkar-e-Toiba pero sí con los socorristas de Jamaat-ud-Dawa. “Ellos son nuestros principales donantes, nos trajeron camiones llenos de azúcar y arroz. Aunque hemos recibido mucho apoyo de muchas otras personas, la mayoría vino de Jamaat-ud-Dawa.

Después de que Rehman y su equipo rezaran, llevan grandes ollas con arroz a quienes permanecen en los diques a la espera que el agua baje y, quizás, pueda recuperar algunas de las pertenencias que se llevó la corriente.

Consejo


Los socorristas también están allí para dar “consejos”, como ellos los llaman. “Debemos pedir perdón a Dios por habernos comportado mal con nuestros semejantes, por haberles hemos causado dolor, por no haber respetado sus derechos. Por eso nos ha llegado esta catástrofe.”

Un anciano en el inicio de la fila espera impaciente que concluya la prédica. Para muchos como él se trata de la única comida que verán en todo el día. “Conocemos el trabajo de esta organización, Lashkar-e-Taiba, desde hace mucho tiempo,” comenta uno de los habitantes de los diques. “Ellos se hacen cargo del dolor ajeno como si fuera su propio dolor”. Otros voluntarios se unen en el lugar a la organización por la admiración que les causa la ayuda que ella ofrece.

Carrera


El ex general Masood reconoce que los extremistas tienen éxito allí donde las autoridades fracasan. “Donde hay buenas escuelas la gente no necesita ir a las “madrazas”, eso sólo ocurre en esas áreas remotas donde no hay suficientes escuelas. A alguna parte tienen que ir. Y también operan como orfanatos y como una forma de apoyo para la gente pobre. Casi todo eso es gratuito.” Ahora se plantea una carrera entre el Estado, los extremistas musulmanes y otras organizaciones de ayuda en las zonas inundadas.

Es casi medianoche cuando Rehman y sus colegas se marchan en un pequeño barco. “Mañana retornarán mis colegas. Yo tengo que ir a otro lugar”, agrega satisfecho.

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