El escritor, que ganó la noche del viernes el premio por una novela con la ambición de Alfonso X por convertirse en emperador como telón de fondo, afirma que escribe "para entretener, para estremecer"
Si escribiera tan rápido como habla sacaría una novela al mes. Y de las voluminosas. Horas después de ganar el II Premio CajaGranada de Novela Histórica con La princesa de las brumas -título que pretende cambiar por La cúpula del mundo-, el autor jienense no presenta síntomas de padecer la 'resaca' del éxito y confirma que es tan afable como se intuyó durante el acto de entrega del galardón.
-Dice que para escribir no le interesa la historia de una prima suya que se droga en Vallecas. ¿Huye de las sobredosis de realidad?
-Siempre he dicho que la novela se escribe para entretener, para emocionar, para estremecer... Yo me encuentro muy a gusto con lo que llamo los jardines del pasado, y hay tantos pasajes desconocidos que creo que las claves de este mundo actual las podemos encontrar atrás. Escribí sobre Tartessos y mucha gente me dijo que ahí comprendió en parte por qué somos así los andaluces. Éramos así hace 4.000 años, amantes de la vida, no creían en los dioses sanguinarios...
-Algún licenciado en Historia ha llegado a decir que ha aprendido más en novelas como 'Claudio el Dios', de Robert Graves, que en las clases de la Facultad. ¿Exageración? ¿Deja en mal lugar esto al actual sistema educativo?
-Lo deja muy mal. Me escribió hace poco una profesora de la Universidad de Los Ángeles y me contaba que había puesto mi libro Al-Gazal, el viajero de los dos orientes como lectura obligatoria. Es un personaje maravilloso que fue primer ministro de Abderramán II y viajó por todo el mundo, marcaba la moda en Córdoba...La profesora quiere que aprendan el idioma, porque yo escribo muy sensual, y luego que conozcan parte de la historia de España. Ahí están nuestras raíces. ¿Cómo es posible que haya gente que diga que Abderramán II no fue español? ¿Era musulmán? Vale, era su opción religiosa, pero él había nacido en Córdoba y su madre era de Navarra. Abderramán II es tan español como Primo de Rivera. No le quepa duda.
-En un mundo tan saturado como el de la novela histórica, ¿cuáles son sus rasgos distintivos para que el lector, sin leer la solapa, sepa que es un libro suyo?
-Lo primero es ser literato, tener un lenguaje exquisito. Luego, buscar hechos históricos desconocidos y que, además, tengan algo de misterio, esoterismo en el sentido de desconocido. Mis personajes, casi todos, han sido poetas, alquimistas, gentes del saber... Cuido el lenguaje, pero no es una rémora. También busco escenarios fascinantes. Un chico que se mete caballo en Vallecas no me incita a escribir.
-Parte de los lectores de novela histórica oyen la palabra cátaro o templario y se echan a temblar. En cambio, escribió usted un libro sobre templarios, 'El lazo púrpura de Jerusalén', que se sale radicalmente de la temática general de este tipo de novelas.
-Hubo gente que me escribió diciendo: "Gracias a su libro por fin sabemos quiénes fueron los templarios". No hice nada esotérico, sólo los presenté como unos mercaderes y unos banqueros excepcionales. Esos eran los templarios. Montaron un imperio comercial impresionante, inventaron la tarjeta de crédito en el sentido de que, con las encomiendas templarias, podían viajar de Santiago a Jerusalén. También eran unos guerreros impresionantes, por eso Saladino temblaba con ellos.
-¿Qué novela histórica le ha marcado a usted de manera más personal?
-Sobre todo Bomarzo, de Mújica Laínez, que trata sobre un príncipe del Renacimiento. Me impresionó enormemente. Desde entonces, además de los libros de Juan Eslava Galán, es mi obra de referencia.
-Jaén, una provincia con cierto retraso atávico es, en cambio, un vivero de escritores: Muñoz Molina, usted mismo, incluso Joaquín Sabina...
-Somos la reserva espiritual (risas). Sabina y yo nacimos la misma semana y el mismo año, somos parientes y de Úbeda. La gloriosa generación del 49. Muñoz Molina tiene un carácter reservado pero es un gran escritor. Pero es verdad, a lo mejor es que hemos estado mucho tiempo 'encatetados'... Una vez, en Bilbao, una periodista me 'sugirió' que los andaluces no tenemos historia. Le contesté: "Mire, cuando ustedes vivían en cuevas, Andalucía tenía la civilización más avanzada de Europa, Tartessos, el primer gobierno organizado en Europa hace 4.000 años. Luego llega Roma y la Bética es la provincia predilecta. Al-Ándalus fue referente cultural, después Andalucía como puerta de las Indias, y ustedes comienza a medio moverse con Sabino Arana hace 50 años". El aplauso que me dieron me dejó de piedra.
-En su época de estudiante en Granada comenzó a escribir poesía. ¿Qué le hizo abandonar la lírica?
-Comprobé que no había sido llamado por el camino de la poesía. En Granada hice un libro, Pisada de sueños, pero comprobé que lo mío era la prosa. Y he tenido suerte, todas mis novelas se han publicado en ediciones de bolsillo, lo que quiere decir que son best-seller.
-¿Qué personaje contemporáneo, pasado el tiempo, podría protagonizar una buena novela histórica? ¿Esperanza Aguirre?
-Bueno, quizás por su estulticia. Me atraen mucho Adolfo Suárez y Felipe González, muchísimo. De la antigüedad Aníbal, y más reciente El Gran Capitán. Pero de los recientes me quedo con Suárez y González, representantes de un equilibrio que hoy se ha perdido.
-¿Se puede hacer política en una novela histórica?
-No le quepa la menor duda. Las claves de la historia están en la época antigua. Cuando se habla de globalización yo recuerdo a Alfonso X, que fue el primer globalizador. Todo está casi inventado y todo es susceptible de ser tergiversado también.
-¿Cómo aparece Granada en 'La cúpula del mundo'?
-La novela termina y comienza en Granada. El protagonista de la novela, Beltrán de Sina, está en las Barrigas del Diablo, unas mazmorras cerca de la Alhambra donde solían meter a los caballeros castellanos para que pagaran rescate por ellos. ¿Por qué está ese hombre allí y pese a que Alfonso X manda el rescate no lo sacan. Termina en Granada, cuando se explica que está allí por meterse en camisas de once varas y enamorarse de una princesa. En aquella época era terrible la cosa de las clases. Nosotros lo hubiéramos pasado mal porque no podríamos enamorarnos de una persona de otra clase.
-Va a Covarrubias y se le ocurre el argumento de la novela ante una imagen determinada. Llega a la sede central de CajaGranada y decide cambiar el nombre de la obra por 'La cúpula del mundo'. ¿Un hombre inquieto?
-Fui a Covarrubias y me encontré a 200 ó 300 noruegos abarrotando la plaza, una cosa bárbara. ¿Qué pasa aquí?, me dije. "¿Ha venido el embajador?" Luego me enteré de que estaba enterrada la princesa Cristina de Noruega que vino a Castilla en 1250 aproximadamente. Luego hablé con el capellán y me dijo que al abrir el sarcófago de piedra encontraron una poesía en castellano y una receta médica de hierbas junto a un consejo de un médico, algo así como un psicólogo de la época. Me inventé el nombre del médico, Beltrán Sina de ascendencia musulmana.
-A partir de ahí tuvo que buscar al personaje secundario, en este caso Alfonso X...
-Claro, yo nunca pongo a los personajes importante de la Historia como protagonistas, para mí no lo son. Los secundarios, los cancilleres o el contestable son los que de verdad hacen la política y la Historia. Alfonso X El Sabio es un figurante muy importante, todos sus proyectos políticos fueron un rotundo fracaso.
-¿Habría que quitarle el apodo de El Sabio? ¿El Soñador quizás?
-Quizás sí. Lo pusieron al final de su vida como un rey fracasado, pero el fracaso de su pretensión de convertirse en emperador de Sacro Imperio Romano Germánico ocultó que era un personaje interesantísimo en una época en la que los reyes no sabían leer ni escribir. La Universidad de París llegó a decir que era el hombre que más sabía del mundo. Pero en política fue un desastre. Era hijo de Beatriz de Suabia y creía que era el rey elegido, el profetizado para convertirse en Rex Mundi.
Además, tenía estrechas relaciones con el mundo musulmán y judío a través de la Escuela de Traductores de Toledo. Tuvo la osadía de que cuando quiso rescatar el saber antiguo y trasladarlo a toda Europa, en vez de contratar a monjes cristianos, el hombre decidió contratar a sabios judíos y musulmanes, lo que le trajo unas críticas tremendas pero así consiguió salvar la cultura clásica. Tenía un prestigio extraordinario. Casualmente, en 1230 se reúnen en El Cairo San Francisco, que entonces no era santo, claro, el sultán y el jefe de los sufíes para acabar con la sangría de las Cruzadas. Ellos buscan un líder respetado por las tres religiones y se fijan en Alfonso X de Castilla. Para nuestra historia es un prestigio y algo para recordar. Los musulmanes estaban esperando al gran rey desaparecido y lo identifican con el rey castellano. Pero todo esto fue un fiasco terrible, agotó las arcas de su reino, tuvo a su hermanos y todos los condes en su contra...
-En el transcurso de la noche, en apenas una hora, la novela cambió en tres ocasiones de nombre: 'El médico y la doncella', 'La princesa de las brumas' y, al final de la noche, 'La cúpula del mundo'...
-El que más me gusta es el de La cúpula del mundo. Pero Ramdon House Mondadori tiene su equipo y harán lo que quieran, pero creo que este será el definitivo. Es muy sonoro. La cúpula del mundo era una hermandad secreta de sufíes, sabios y príncipes que había sido auspiciada por Federico II, emperador de Alemania y abuelo de Alfonso X. Le llamaban el Sultán bautizado, tuvo grandes problemas con la Iglesia, y se le ocurrió la idea de ser un rey de las tres religiones. Ya que él no pudo, el primer candidato que apareció fue Alfonso X. Hubiese hecho un gran papel seguramente, pero esta empresa no se comprendió en Castilla, en especial su esposa, una mujer que pese a tener 15 hijos con él se pasó toda la vida haciéndole la puñeta. Los últimos días de su vida fueron terribles y murió olvidado, fracasado, no consiguió llevar a cabo sus proyecto en África, tuvo que ajusticiar a un hermano... Su vida familiar fue angustiosa y dramática.
-Ganar 180.000 euros y terminar de pagar la hipoteca sí que es un hecho histórico...
-Sí, lo que pasa es que soy un hombre de edad y ya he pagado mis dos hipotecas. Este dinero es para pasármelo bien. Mi única hipoteca son mis hijos.
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