El cementerio llanisco de Camplengo, ayer, minutos antes del oficio religioso. maría toraño
Los enterramientos de protestantes, masones y musulmanes en la región
El verso de Bécquer -«¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!»- recibe el desmentido anual de la festividad de Todos los Santos, pero existen tumbas solitarias en un día como el de ayer, de bullicio en los camposantos. Son enterramientos de musulmanes, protestantes o masones, con tradiciones diferentes a la católica, o rotas en el tiempo.
«Los evangélicos no celebramos el 1 de noviembre tal y como entiende la teología católica, pero no olvidamos a nuestros difuntos y mantenemos sus tumbas adecentadas», comenta José Luis Fernández, evangélico e historiador del protestantismo. Varios enterramientos protestantes ocupan suelo asturiano. Por ejemplo, el de Louis Truan (1799-1876), protestante calvinista, primer difunto enterrado fuera del cementerio católico de Ceares (Gijón), dando así origen al cementerio civil de la ciudad.
El monolito y busto dedicado a Truan, copropietario de la fábrica de vidrios La Industria, recibió ayer mismo el homenaje «cultural» de los evangélicos. Otro enterramiento protestante es el de María Schneider, suiza, de la Iglesia reformada anglicana y casada con Ramón Sordo. Su tumba, en el cementerio civil de Llanes, «se halla situada con vistas a los Picos de Europa, que ella tanto amaba y cuya flora estudió», indica Fernández. Otras tumbas protestantes se hallan en Besullo (Cangas de Narcea) o en Mieres, con su cementerio protestante de la Fábrica de Mieres, conocido como «de los Franceses» y situado bajo el católico, en Ablaña. Allí yace, entre otros, Numa Guilhou (1814-1890), calvinista.
«Los masones honran a sus muertos y poseen rituales funerarios, pero 40 años de franquismo los sumieron en el olvido», señala Víctor Guerra, experto en masonería. Masónicas son las tumbas de Juan Ríos, en Oviedo, o, en Gijón, las de Rosario de Acuña (blanca y sin inscripciones), Alberto de Lera o Enrique Villar Valdés (ésta con símbolos masónicos, como único caso en Asturias). Los también masones Marcelino González (dueño en su tiempo de medio barrio de El Llano, en Gijón) y Gervasio de la Riera gozan, en cambio, de sendos panteones en tierra católica de Ceares.
Pero el más singular sigue siendo el cementerio musulmán de Barcia, en Valdés (Luarca), donde reposan más de un centenar de moros que fallecieron en las contiendas de El Escamplero, durante la Guerra Civil. Si ha de ser pieza turística o reservarse a la memoria silenciosa de su religión es cuestión hoy debatida.
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