Una noche en la mezquita de Albacete

ALBACETE,30-08-2009,la Verdad.es

Varios musulmanes toman harari, una sopa típica. / J.G.

Más de un centenar de personas de distintas nacionalidades se reúnen cuando cae el sol en el Centro Islámico

ASÍ LO VEN
MOHAMED LABABSSA - MARRUECOS
«Los españoles no entienden el Islam y se meten con nosotros por hacer el Ramadán»
YOHUNES HIMRI - MARRUECOS
«En verano es más duro el Ramadán porque tenemos más horas de sol»
ALASSANE BADIAGA - MALI
«Vivimos mejor, porque venimos a leer el Corán, rezamos juntos y comemos aquí»

Quien mejor conoce el Ramadán, son los musulmanes, por ello para conocer de primera mano de que se trata, la pasada noche realice una visita al Centro Cultural Islámico de Albacete.

La velada, comienza a las nueve de la noche, momento en el que alrededor de 70 personas llegan para comer por cortesía del centro, es lo que se denomina la operación Ifdar en la que se da de comer a los más necesitados.

En verano los días son largos y tras más de diez horas sin comer el hambre aprieta y en cuestión de minutos, todos han devorado la comida servida, compuesta principalmente, por una sopa típica de Ramadán, denominada Harira, dátiles, leche, yogur, quesitos y zumo.

Llamando a la Oración

Soy recibido por Younes Himri, que amablemente me invita a sopa (que lleva garbanzos, fideos y adivino que algo de carne), dátiles y zumo. Me explican que esta no es la cena, sino una comida que se hace al caer al sol, antes de la oración, con el fin de matar el hambre.

Tras acabar de comer, la mayoría de la gente se ha marchado, pero poco a poco van regresando para escuchar al imán.

Ablución

Todos se descalzan al entrar y después se lavan los pies y las manos, es la denominada ablución, que según me explica el presidente del centro Mostafa Snabi, tiene dos funciones. «La primera es lavarse, antes de ponerse frente a Dios y recitar su palabra y la segunda es la de limpiarse espiritualmente. Cuando te lavas las manos, dice Dios que los pequeños pecados que cometemos antes de rezar se lavan. Si has hecho algo con la mano, con la boca o con el ojo, mirando algo que no debes, se lava. Te lavas y vas limpio espiritualmente a ver a Dios».

Los musulmanes, tras ponerse una especie de túnica, comienzan a sentarse ante el imán de la mezquita, que antes de rezar, les habla sobre religión. «Imparte clases de religión, de educación islámica, de ética, de modales y también de integración, como hay que integrarse y como ser positivos en una sociedad, en la que la mayoría de la gente no es musulmana. Ya que somos minoría, tenemos que adaptarnos e integrarnos, respetando las leyes del Estado».

Se acerca la hora de la oración, de pronto un hombre se levanta y en una esquina del gran salón, que hace las veces de mezquita, comienza a llamar a los fieles para rezar. «Si estuviéramos en una verdadera mezquita, habría una almenara (una torre) -explica Mostafa- y desde allí llamaría a los fieles, como hacen los cristianos tocando las campanas».

Comienza la oración, el imán reza de espaldas a los fieles mirando a un arco, que no contiene nada, simplemente es el lugar en el que se encuentra Alá, en dirección a la Meca.

La oración conlleva unos movimientos más o menos regulares, los hombres, siguiendo los movimientos del imán, se ponen de pie, se agachan, se arrodillan y pegan su cabeza contra el suelo, totalmente enfrascados en sus rezos. Mientras tanto, en otra habitación, las mujeres hacen lo mismo, aunque ellas escuchan al imán mediante megafonía, puesto que no pueden estar en el gran salón en el que se encuentran los hombres.

Son las once y media, tras la oración obligatoria, el rezo es voluntario, aunque la mayoría se queda un rato más. Una vez finalizada la oración, todos se marchan. «Es el momento de ir a casa y hacer una pequeña fiestecilla con la familia y los amigos».

Aunque muchos no tienen donde ir, mañana volverán a la mezquita a recibir la ayuda de sus hermanos musulmanes.

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