domingo, 30 de agosto de 2009

La fe que alimenta a 16.000 almas

BADAJOZ,30.08.09,hoy.es, ROCÍO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ.


Un padre y su hijo en la mezquita de Badajoz. / JOSÉ VICENTE ARNELAS

La comunidad musulmana afincada en Extremadura celebra hasta el 21 de septiembre su mes del Ramadán, que les prohíbe comer y beber mientras el sol esté fuera
Los fieles permanecen hasta quince horas seguidas con el estómago vacío

Huele a cocido casero recién hecho en el Gurugú, uno de los barrios con más solera de la capital pacense. Son las tres de la tarde y el aroma que se desprende de los hogares hace que el estómago se impaciente. Es la hora del almuerzo, pero mientras que en la mayoría de las casas las familias ponen la mesa, en el número 88 de la vía principal de esta barriada hoy no se come. Ni mañana, ni pasado, ni al otro.

Hasta el próximo 21 de septiembre hay que guardar ayuno. La comunidad islámica que vive actualmente en Extremadura -unos 16.000 creyentes, el 1,6% de la población- celebra estos días su Ramadán, el noveno mes del año lunar de los musulmanes. Esta fiesta les prohíbe comer y beber mientras que el sol esté fuera, ni siquiera agua, aunque haya 40 grados a la sombra. Tampoco les permite mantener relaciones sexuales. «Pero la fuerza de la fe es más resistente que la del hambre o la sed», manifiesta con fervor Adel Najjar (de Gaza, Palestina), imán de la mezquita de Badajoz y portavoz de la familia islámica asentada en Extremadura.

El templo pacense, ubicado en ese número 88 del Gurugú, es uno de los puntos de encuentro donde se reúnen para rezar, pero en la región existen un total de 13 comunidades. «En la provincia de Badajoz sólo hay tres, la mayoría se concentra al norte de Cáceres porque allí hay muchos que trabajan en el campo», explica.

Sacrificio

Durante treinta días -empezaron el 22 de agosto-, estas fieles almas permanecen quince horas seguidas con el estómago vacío mientras siguen adelante con su vida cotidiana. Un sacrificio que sólo lo entiende quien lo siente. «La abstinencia es total desde las 6.15 hasta la 21.15 horas. No nos podemos llevar nada a la boca ni mantener relaciones, pero tampoco podemos usar palabras malsonantes ni tener actitudes negativas con las demás personas», indica el imán.

El ayuno es uno de los cinco pilares básicos en los que se asienta la religión islámica. Los otros cuatro son: profesión de fe (no hay más divinidad que Dios y Mohammad es su mensajero), oración, limosna y la peregrinación a La Meca.

El ayuno en sí es deber del musulmán adulto, sano de juicio y saludable. Las mujeres embarazadas no pueden practicarlo. Además, deben estar fuera de la menstruación y del periodo de lactancia. A los ancianos débiles también se les perdona. «Asimismo, si alguien se encuentra enfermo y no es capaz, tiene la opción de compensarlo dándole de comer a los más necesitados. Esta fiesta tiene, del mismo modo, un carácter social y humanitario».

«El Ramadán es también una forma de autocontrol, si eres capaz de dejar de comer y beber con el calor que hace en agosto, aprendes a ser fuerte. Y sirve, igualmente, para limpiar el estómago, porque éste deja de trabajar durante muchas horas seguidas», apostilla Adel. No obstante, su opinión discrepa de las advertencias médicas, que alertan del peligro de golpes de calor y deshidratación si se pasa mucho tiempo bajo la luz solar y sin ingerir líquidos cuando la temperatura sobrepasa los 30 grados. Además, los sanitarios de Atención Primaria y especialistas han manifestado que durante estos días han de intensificar los controles a los fieles diabéticos -hay varios en Extremadura-, puesto que corren riesgo de padecer hipoglucemia, hiperglucemia, lipotimias y trombosis, entre otros.

«Se debilita la fuerza física, pero crece la espiritual», afirma el imán de la mezquita pacense.

Los musulmanes han de rezar cinco veces al día. La primera es a las seis y cuarto de la mañana, momento en que empieza el ayuno. La segunda y la tercera son a las 14.30 horas y las 18.30 horas, respectivamente. «En esos momentos puede ser que la persona esté trabajando, sobre todo por la tarde, pero no pasa nada porque la oración dura cinco minutos y se puede rezar en el mismo lugar de trabajo, no tiene por qué desplazarse a la mezquita. La verdad es que nunca hemos tenido problemas con ningún empresario por este asunto, aunque la unión islámica ha hecho un llamamiento a nivel nacional para que haya respeto», subraya.

La cuarta oración, llamada 'Tarawih', es a las 21.15 horas, justo cuando se rompe el ayuno. La última se realiza una hora y media después, ya en la mezquita.

Cuando el sol se esconde, el ritual del Ramadán da un giro de 180 grados. Una vez roto el ayuno, los honrados seguidores del Islam se toman la sopa 'Harira', un plato hecho a base de carne, tomate y legumbres y que se convierte en el mejor reparador del cuerpo. A continuación, muchas noches, especialmente los domingos, celebran cenas 'multiculturales' al estilo navideño de los católicos, donde cada familia aporta el plato típico de su país. «Badajoz es la comunidad donde más variedad tenemos.

Aquí hay gente de Angola, Marruecos, Paquistán, Sudán, Senegal, Palestina, Jordania...», asegura Adel. Ya con el estómago lleno, celebran concursos de preguntas sobre el Ramadán con regalos «para animar a la gente, que es lo que se trata. Son momentos de convivencia y de mucha felicidad».

Vuelve el rito

Al amanecer de la mañana siguiente, vuelve el rito. El estómago y los instintos han de estar en calma hasta que desaparezca la luz solar. A la hora del almuerzo, mientras que en los hogares del Gurugú el puchero esté en los fogones, las almas seguidoras de Alá irán camino del número 88 para cumplir con sus creencias.
Ellos llegan con una sonrisa de oreja a oreja, y aunque su rostro revele que necesitan al menos beber agua, entran en el templo con ilusión y llevan a cabo su ritual con la mayor de las devociones.

Parecen felices. Más de uno envidiaría ese fervor que les permite sentirse completamente llenos y en paz consigo mismos, aunque las tripas suenen.

Sólo hay un 'pero'. La mezquita de Badajoz es demasiado pequeña y cuenta únicamente con una sala de rezo en la que caben unas cien personas. Ésta siempre se encuentra ocupada por los hombres -estos días rebosa de fieles-, de manera que las mujeres no pueden entrar en ella mientras se celebra la oración. Han de quedarse a las puertas del templo y aguardar con paciencia. Así lo marca la religión, y así debe cumplirse.

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