domingo, 26 de octubre de 2008

La Iglesia asume el reto de impulsar el diálogo con el judaísmo y el islam

El Sínodo sobre la Palabra de Dios concluye en Roma con un llamamiento a defender a los pobres del mundo

Roma,26/10/2008, lavozdegalicia.es, Ramón Loureiro.


El Sínodo sobre la Palabra de Dios, reunido en Roma a lo largo de las últimas semanas por el papa Benedicto XVI, llega a su fin asumiendo el reto de impulsar el diálogo con judíos y musulmanes, reconociendo el papel de la mujer «en el anuncio de la Palabra» y remarcando la necesidad de que la Iglesia defienda a los pobres con todas sus fuerzas. Las conclusiones, aprobadas ayer por los 253 obispos participantes, reunidos alrededor del Pontífice, reflejan además la preocupación de la cúpula eclesial por el crecimiento de las sectas.

Y la exhortación a los sacerdotes de todos los continentes para que, en pleno siglo XXI, tengan muy en cuenta la importancia de la comunicación y hagan cuanto esté en su mano para acercar a los fieles el mensaje de las Sagradas Escrituras. De hecho, el Sínodo pide que la Biblia sea traducida a todas las lenguas y difundida a través de cuantos medios de comunicación existen, además de considerar deseable que cada cristiano posea un ejemplar.

Intervenciones como la del prelado brasileño Filippo Santoro, obispo de Petrópolis, sirvieron para recordar que la Iglesia católica ha de vivir de manera insobornable su compromiso con los desheredados del mundo. Los obispos subrayaron, de hecho, «la predilección de Dios por los pobres», necesitados «no solo de pan, sino [también] de palabras de vida».

Santoro fue, como el cardenal canadiense Marc Ouellet, uno de los relatores del sínodo que en la práctica concluyó ayer, con la celebración de la última de sus sesiones, si bien será hoy cuando culmine, simbólicamente, con la misa que el Papa preside a primera hora de la mañana en el Vaticano. Y fue Ouellet, de hecho, quien llamó la atención sobre la urgencia de impulsar el diálogo entre las grandes religiones monoteístas, al tiempo que destacaba la importancia de que todos los creyentes del mundo tengan asegurado el derecho a profesar su religión tanto en privado como en público, y de proteger la libertad de conciencia. «El futuro de la humanidad, de la paz y de la justicia depende de cómo se entiendan personas de religiones diferentes», apuntó el purpurado canadiense.

Contra las falsas apariciones

Fue igualmente Ouellet quien alertó sobre los peligros que entraña la propagación de las sectas, «que ofrecen -dijo- una ilusoria felicidad a través de la Biblia, muchas veces interpretada de manera fundamentalista». Para contrarrestar ese crecimiento, el cardenal sugirió intensificar la labor pastoral en las diócesis y, por ejemplo, ayudar a las fieles a distinguir la Palabra de Dios de fenómenos tan inquietantes como las supuestas apariciones que proliferan en tantos países.

A lo largo de las tres últimas semanas, los obispos reunidos en Roma en torno al Papa han reconocido además la labor de la mujer como «transmisora de la fe» y en las «celebraciones de la Palabra». Aunque, eso sí, subrayando especialmente la importancia de «evitar que estas celebraciones se confundan con la liturgia eucarística».

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