viernes, 30 de mayo de 2008

España considera un obstáculo innecesario exigir examen de idioma a los recién llegados

Madrid, 2008-05-30,El Mundo, JUAN PEDRO MANZANO

El secretario de Estado de Asuntos Europeos, Diego López Garrido, dice que «es un deber del inmigrante aprender la lengua» y que «la legislación española debe hacer lo posible por integrarlo» El Gobierno español «está todavía negociando con Francia» los términos exactos del endurecimiento de las condiciones para la llegada de inmigrantes a la UE que Nicolas Sarkozy pretende capitanear cuando a partir del 1 de julio asuma las riendas del semestre de presidencia de la UE, admitió ayer el secretario de Estado de Asuntos Europeos, Diego López Garrido.

Quedan aún numerosas aristas que perfilar, pero López Garrido ha empezado ya a adelantar que los parámetros sobre los que España pivotará en el diseño de esta futura normativa comunitaria sobre inmigración van a estar caracterizados por una mayor dureza, «en línea con lo que se está haciendo en Europa».

Para empezar, el secretario de Estado rechazó la obligatoriedad de superar un examen de conocimiento de la lengua española para obtener el permiso de residencia cuando un inmigrante esté recién llegado, aquí fue tajante, pero no negó la necesidad de que ese mismo inmigrante tenga que aprender el idioma con posterioridad para poder permanecer en el país.

«A mí me parece que poner ese examen al principio, cuando una persona llega, y que se convierta en un obstáculo para el mercado de trabajo, no es el objetivo. Creo que habrá que ser muy cuidadoso con este tipo de obstáculos innecesarios», dijo. Sin embargo, apostó por la necesidad «como deber» de que un inmigrante aprenda el idioma del país de acogida para caminar «por la vía adecuada» a la hora de plantearse la permanencia en ese país, integrado en la sociedad de la que ha empezado a formar parte.

«A nosotros nos parece que lo que hay que hacer es trabajar por la integración. El que un inmigrante aprenda un idioma es un deber, y también es un deber de la legislación española hacer lo posible para integrarlo de esa forma», añadió.

De esta manera, López Garrido pareció no excluir de plano la propuesta que el presidente Sarkozy ha filtrado ya de proponer durante su mandato semestral europeo el establecimiento de un «contrato de integración» obligatorio para los extranjeros no comunitarios según el cual los inmigrantes deberán aprender el idioma del país en que viven.

Además, el borrador de la presidencia francesa establecería asimismo la obligatoriedad de comprometerse con los «valores nacionales y europeos», como la igualdad entre géneros y la tolerancia, apartados estos que López Garrido incluyó en el «necesario cumplimiento de la ley» y que, a su entender, no suponen una admisión del contrato de integración propuesto en fechas recientes por el líder del Partido Popular, Mariano Rajoy. Según el secretario de Estado español, lo presentado por Rajoy «no aporta nada nuevo, porque exigir el cumplimiento de la ley como algo novedoso es de Perogrullo».

De todo lo comentado por López Garrido se infiere que España parece alinearse más con las posiciones alemanas dentro del endurecimiento general que plantea lo que pretende ser la futura política migratoria europea – con un primer paso dado en la aprobación de la Directiva de Retorno y secundado con la intención de la Comisión Europea de inaugurar una tarjeta azul que favorezca sólo la llegada de inmigrantes cualificados – , pero sin desechar por completo el terreno intermedio en que se está moviendo Francia, aunque evitando desde luego los postulados más duros que en estos momentos representa el nuevo Gobierno de Silvio Berlusconi en Italia.

El mes pasado, durante una comparecencia ante la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, la canciller Angela Merkel justificó la «necesidad» de que los inmigrantes conozcan la lengua del país de acogida como fórmula imprescindible de integración. «¿Pedir a una persona que aprenda una lengua extranjera es una violación de sus derechos?», se preguntó la mandataria germana en respuesta a un legislador turco que le interpeló sobre la situación de los inmigrantes recién llegados, una respuesta que provocó el aplauso de toda la sala, incluido el propio político turco y que conserva encuadres bastante similares con lo esbozado ayer por el Gobierno español.

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