domingo, 20 de mayo de 2007

Europeos y musulmanes: paranoia mutua

Michel Hoebink
18-05-2007, Holanda
Los musulmanes europeos y sus conciudadanos están atrapados en un peligroso círculo vicioso de paranoia mutua. Es la opinión del filósofo de la India Lord Bhikhu Parekh, quien recientemente visitó Holanda. Para romper este círculo vicioso, se requiere una postura sabia de ambas partes.


El filósofo indio Lord Bhikhu Parekh
La sociedad multicultural plantea un problema singular a las comunidades europeas, explica Parekh, un hombre pequeño y lleno de energía pese a sus 70 años de edad. Al contrario de Estados Unidos, por ejemplo, los países europeos se consideran tradicionalmente como naciones con una cultura común. En consecuencia, les es más difícil adaptarse a una amplia presencia musulmana.
Vale la pena tener en cuenta las consideraciones del catedrático británico indio, quien es autor de un informe controvertido sobre el futuro de una Gran Bretaña multi-étnica y de la obra "Rethinking Multiculturalism" (Una reconsideración de la sociedad multicultural) y es una personalidad que goza de gran respeto en Gran Bretaña. Parekh es hindú y muchas veces ha salido en defensa de sus compatriotas musulmanes; lo hizo por primera vez cuando se pronunció una fatwa (sentencia religiosa) contra el escritor británico, Salman Rushdie. En marzo del 2000 pasó a integrar la Cámara de los Lores. Esta semana, Lord Parekh pronunció el discurso anual en el Instituto para estudios del Islam en el Mundo Árabe, de Leiden.
Parekh señala que, al hacerse graduablemente visible, la presencia musulmana en Europa contribuyó al problema. Las primeras generaciones de inmigrantes no tenían la intención de quedarse en Europa y permanecían prácticamente invisibles. Sólo cuando decidieron establecerse y trajeron sus familias, se convirtieron en una presencia cultural y empezaron a exigir facilidades para rezar, mezquitas, previsiones especiales para sus hijos en los colegios, etc. La segunda generación creció reafirmando la identidad musulmana, sin los impedimentos que habían tenido sus padres.
Los europeos contemplaron con creciente preocupación este gradual incremento de la presencia de los musulmanes. Después de los atentados en Nueva York, Londres y Madrid, esta inquietud se convirtió en un pánico total, que raya en la paranoia.
Actualmente, en toda Europa se denota un aumento de la intolerancia hacia los musulmanes, quienes "son considerados como la quinta columna; una presencia cultural que nunca integrará en la sociedad europea. Hay una desconfianza total acerca de la lealtad de los musulmanes respecto a los Estados europeos y sus instituciones democráticas. A menudo se alega que el Islam es intrínsicamente antidemocrático, y que, por naturaleza, los musulmanes se oponen a la libertad de expresión, el secularismo, el pensamiento crítico, la autonomía personal y la elección individual, y que se burlan de derechos difícilmente conquistados para minorías como los homosexuales".
Según Parekh, la paranoia es mutua. "Los musulmanes responden a este pánico moral con su propio pánico. Se repliegan cada vez más en sus propias comunidades y consideran cualquier crítica como un ataque. Muchos creen que las sociedades europeas quieren asimilarlos, minar su religión y convertirlos en musulmanes seculares. Algunos opinan incluso que hay una guerra no-declarada entre Occidente y las civilizaciones islámicas. Según éstos, el objetivo final de Occidente es destruir el Islam, y lo que pasó en Bosnia es tan solo una muestra de lo que les espera".
El resultado es una "peligrosa polarización, en la que cada parte teme que la otra quiere destruirlo, al menos en el terreno cultural". Parekh opina que este clima de pánico y paranoia mutuos es muy peligroso. "Si no se aborda con sabiduría, podría tener consecuencias desastrosas".
¿Qué se podría hacer? ¿Cómo se podría romper este círculo vicioso? Lo más importante, opina Parekh, es ser conscientes de la situación. "Los europeos deben tomar conciencia de que su paranoia, aunque no carece de fundamento, es exagerada".
Mientras que una minoría puede tener un punto de vista distinto, la gran mayoría de los musulmanes es leal a los países en los que se han establecido y respetan las instituciones democráticas y los derechos humanos. Posiblemente una pequeña minoría de musulmanes conserve prácticas como la ablación y la poligamia, ambas aborrecidas por los europeos, pero, en términos generales, están quedando en desuso.
Según Parekh, sólo hay dos terrenos en los que se produce un desacuerdo serio: igualdad de género y libertad de expresión. Pero, incluso en estos terrenos no hay motivo para la preocupación. La mayoría de los musulmanes europeos acepta rápidamente la igualdad de género. Y en cuanto a la libertad de prensa, los europeos deben entender que los musulmanes no se oponen a este derecho siempre que no hiera la sensibilidad religiosa. Este fue el caso con los versos satánicos de Salman Rushdie, las viñetas daneses y la película "Sumisión", de Theo van Gogh.

Pero, ya que el problema es de ambas partes, los musulmanes europeos también tienen que reconsiderar sus posturas, opina Parekh. Deben dejar de auto-segregarse y considerarse como víctimas, y redefinir su religión en el nuevo contexto europeo, para que puedan participar en las sociedades europeas.
Sobre todo en un campo específico los musulmanes deberían practicar la autocrítica, opina Parekh, pues su sensación de superioridad hace que adopten una postura ambivalente hacia la sociedad multicultural. "Por una parte, aclaman la sociedad multicultural porque les da libertad para practicar su religión, pero, simultáneamente, la rechazan porque implícitamente les niega su pretensión de superioridad y les exige que consideran como iguales a los no musulmanes".
Si los musulmanes quieren vivir en una sociedad abierta y multicultural, donde reina la igualdad entre los distintos grupos, deben inevitablemente reconsiderar su sensación de superioridad, concluye Lord Bhikhu Parekh.

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