Fieles participan en la celebración musulmana del Eid al-Fitr, que marca el final del Ramadán, en Bishkek, Kirguistán. EFE
Culpar a todo el grupo por las acciones radicales de una sola persona es fácil, los psicólogos lo llaman "hipocresía de la atribución de culpa colectiva" y es la gran baza de los que lanzan discursos de odio pero una intervención previa puede "modular" y reducir la hostilidad contra un colectivo.
Esta es la principal conclusión de un estudio liderado por Emile G. Bruneau, de la Universidad de Pennsylvania (Philadelphia, EEUU), y publicado hoy lunes en Nature Human Behaviour.
En el estudio, los científicos quisieron analizar hasta qué punto el odio o los sentimientos hostiles contra los musulmanes -un grupo que a menudo es blanco de ataques en todo el mundo- podían evitarse o reducirse con intervención previa.
"Llamamos hipocresía colectiva a la tendencia a culpar a todos los musulmanes -por ejemplo- por las acciones individuales llevadas a cabo por algunos miembros del colectivo, como los actos terroristas pero no hacerlo igual cuando las acciones provienen de nuestro colectivo", explica a Efe la investigadora de Psicología Social de la Universidad de Granada (UGR), profesora de la Universidad de Almería y coautora del estudio, Ana Urbiola.
Esa hipocresía funciona con los miembros del "exogrupo", es decir, los que no pertenecen a "nuestro grupo" y se observa fácilmente: si el atentado lo comete un musulmán, es fácil culpar a todo el colectivo pero si el ataque lo comete un europeo blanco, "se atribuye a un acto puntual, a un acto aislado de una persona desviada, sin culpar a todo nuestro colectivo".
Para comprobar si este sentimiento es "moldeable", se hicieron dos estudios con dos grupos de personas de todos los segmentos de la población (nivel de estudios, sexo, religión, etc); sobre el primero se realizó una intervención psicológica y sobre el segundo solo se evaluó su grado de hostilidad hacia los musulmanes.
El estudio se repitió un mes más tarde y un año después, intervalo de tiempo en el que tuvo lugar el atentado de Barcelona (agosto, 2017) en el que dos terroristas irrumpieron con una furgoneta en una zona peatonal causando la muerte de 13 personas e hiriendo a cerca de un centenar.
Durante el estudio, los científicos presentaban al grupo de intervención determinadas situaciones -atentados como el de Niza, Francia- protagonizados por extremistas musulmanes y después se presentaba a personajes normales como "Fátima, una musulmana con una tienda de alimentación en el sur de Francia"..., entonces se preguntaba al grupo en qué medida pensaban que esta chica (o los distintos personajes presentados) eran culpables del atentado.
Después se hacía lo mismo con ejemplos extremistas cometidos por blancos europeos -en su mayoría individuos que atentaban contra mezquitas o personas musulmanas- y se hacían el mismo tipo de preguntas.
"Este simple ejercicio era suficiente para comprender que la idea de culpar a alguien por algo que ha hecho una persona que no es de mi grupo social no se sostiene" y demostró que una intervención psicológica como esta reducía la islamofobia mucho tiempo después del estudio.
De hecho, incluso aunque después se produjo el atentado de las Ramblas, "vimos que los efectos de la intervención previa perduraban" y que los que la habían recibido "mostraban menor culpabilización de los musulmanes y menos hostilidad hacia el colectivo", detalla Urbiola.
Los autores del estudio creen que la intervención previa puede funcionar bien especialmente en acciones educativas y en los medios de comunicación, "que deben tener más cuidado en subrayar que las acciones son individuales, para evitar que un grupo sociocultural sea culpado por las acciones de una sola persona" y evitar que el conflicto intercultural "escale", concluye.
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