La subsecretaria general de la ONU para Asuntos Humanitarios, Valerie Amos, calificó de "desesperada" la situación de los desplazados por la violencia sectaria en el estado de Rakhine, en el oeste de Birmania (Myanmar), y llamó a la reconciliación entre las comunidades budista y musulmana.
La subsecretaria general de la ONU para Asuntos Humanitarios, Valerie Amos, calificó de "desesperada" la situación de los desplazados por la violencia sectaria en el estado de Rakhine, en el oeste de Birmania (Myanmar), y llamó a la reconciliación entre las comunidades budista y musulmana.
En un comunicado emitido anoche, tras visitar la zona, Amos se mostró "muy preocupada" al ver a "miles de personas en refugios precarios, masificados y con malas condiciones de salubridad".
Un total de 167 personas murieron y otras 223 resultaron heridas, según el Gobierno birmano, durante dos episodios de violencia en junio y en octubre entre la comunidad budista rakhine y la musulmana apátrida rohingya.
Más de 111.000 personas se han visto obligadas a desplazarse a causa de los disturbios que empezaron tras la violación y asesinato de una mujer budista por presuntos musulmanes a finales del pasado mayo.
La jefa de ayuda humanitaria de la ONU indicó, tras recorrer varios centros en Sittwe que acogen a unas 70.000 personas, que los refugiados están retenidos en los campos porque sus movimientos están restringidos, sin trabajos ni escuela para los niños.
Amos, que hizo la visita acompañada del ministro de Fronteras birmano, el general Thein Htay, destacó la mejora de la coordinación entre el Gobierno y la ONU en la atención de los desplazados, pero alertó de que "las tensiones entre las dos comunidades siguen muy elevadas".
"Personas de las dos comunidades me dieron el mismo mensaje. Viven con miedo y quieren volver a hacer vida normal. Hay una necesidad urgente de reconciliación", dijo.
Amos advirtió de que las amenazas a la seguridad de trabajadores humanitarios dificultan la asistencia a los afectados y pidió apoyo a las autoridades birmanas.
El presidente birmano, Thein Sein, se comprometió, en una carta dirigida a la ONU, a adoptar medidas para poner fin al conflicto sectario en Rakhine, donde viven unos 800.000 rohingya a los que Birmania niega la ciudadanía porque los considera inmigrantes ilegales.
Los rohingya, considerados una de las comunidades más perseguidas según Naciones Unidas, también son rechazados en Bangladesh, donde unos 300.000 miembros de esta comunidad viven hacinados en campos de refugiados.
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